Nº 5

Fernando Barbarin

MISERIA

 

Estoy muy jodido, acabo de ver como dos chinijos de apenas ocho años llevan desde los seis cosiendo ropa encerrados en una pequeña habitación, he visto como a unas schinijitas de apenas nueve años las obligaban a prostituirse e incluso como pagaban 150 euros por la compra de una de ellas. No estoy delirando, por increible que parezca es cierto, lo acabo de ver y esto está ocurriendo en este preciso instante. Me imagino que el mismo estupor, indignación y rabia que he sentido yo lo están sintiendo ustedes al leer esto, espero que sea el mismo estupor, indignación y rabia sabiendo que estos chinijos se encuentran a miles de kilómetros de aquí, y que todo esto lo he visto a través de un documental. Cuando ves cosas así te das cuenta que el ser humano está roto. Últimamente se habla mucho de la solidaridad, sinceramente pienso que es un termino excesivamente manoseado y que ha perdido su significado real. La solidaridad se puede ejercer de manera anónima y con pequeñas cosas. Solidaridad no es sólo ingresar un dinero en un número de cuenta, ni sentirnos mal por vivir bien, la solidaridad es reflexionar y pensar, pensar que todos en la medida de nuestras posibidades podemos hacer un poco “algo” para cambiar un poco “algo”. Solidaridad también puede ser parar en un paso de cebra, escuchar en vez de oír u observar en vez de mirar. El ser humano debería ser menos “ser” y más “humano”. Increíblemente hemos creado sistemas de medición para todo, medimos la temperatura, la potencia, la inflación, la inteligencia... pero no tenemos una sola fórmula para medir la injusticia. Soy consciente de que cada cual escala esos valores a su situación y circunstancia, pero de lo que estoy hablando es de cotas de crueldad que van en contra del más básico instinto natural. Quizá nuestra conciencia haya desarrollado un sistema de defensa capaz de pulverizar este tipo de realidades. Yo he de reconocer y me avergüenzo por ello, que siempre que publican la escalofriante cifra que el hambre se cobra en el mundo me quedo petrificado como si fuera la primera noticia que tengo. El problema es que nunca retengo esa macabra cifra hasta la siguiente ocasión en que la conozco y vuelvo a quedarme petrificado... pero eso no está bien. Puede que pintar un cuadro, escribir una poesía u observar un pez bajo el agua no libere al mundo de estas injusticias, pero quizás ayuda a desarrollar una sensibilidad necesaria para intentarlo. Creo que saben de lo que estoy hablando. Posiblemente este no sea un gran editorial, pero necesitaba contarselo a alguien.