EL MARISQUEO EN CANARIAS
El marisqueo (recolección de moluscos, crustáceos y equinodermos durante la bajamar) es una actividad que se lleva realizando en Canarias desde antes de la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XV.
Inicialmente, ésta era una actividad “familiar” y el marisco recolectado suponía un suplemento proteínico en la dieta, la cual estaba compuesta principalmente por productos procedentes de la tierra. Igualmente, el marisco podía ser utilizado como moneda de intercambio con otros productos. En la actualidad, el marisqueo se sigue practicando en todo el Archipiélago, tanto de manera recreativa (para consumo propio) como profesional (para obtener beneficio económico mediante la venta del marisco). Principalmente se recolectan diversas especies de moluscos como las lapas, los burgados y los mejillones, y crustáceos, como los cangrejos y las clacas, aunque existe hasta una veintena de especies con cierto interés marisquero.
La existencia en el pasado de especies con interés marisquero puede ser revelada gracias a los restos o huellas de éstas en los yacimientos fósiles. El grupo de los moluscos gasterópodos, como por ejemplo las lapas, puede ser detectado debido a que las diferentes especies cuentan con una concha −principalmente compuesta por nácar y carbonato cálcico− normalmente de gran dureza, que permite, además, conocer otros aspectos tales como la talla de los ejemplares. Por otro lado, como muestra de la actividad marisquera se pueden observar los concheros (depósitos prehistóricos de conchas y otros restos de moluscos y peces que servían de alimento a los hombres de aquellas edades. Generalmente se hallan a orillas del mar o de los ríos y cerca de las cuevas o cavernas D.R.A.E.) que se encuentran repartidos por las zonas costeras de todas las islas.
La explotación no regulada y poco selectiva que se ha realizado de manera prolongada en el tiempo en el Archipiélago Canario ha mermado las poblaciones de diversas especies marisqueras que, en casos extremos, han llegado al borde de la extinción, como por ejemplo la lapa majorera (Patella candei). Esto ha puesto de manifiesto la necesidad de adoptar medidas para regular esta actividad, garantizando la supervivencia de las especies recolectadas. Así, el marisqueo está regulado por el gobierno regional a través de la Ley de Pesca de Canarias (Ley 17/2003, de 10 de abril, de Pesca de Canarias), del Decreto 182/2004, de 21 de diciembre y otras órdenes temporales más específicas, donde se establecen las bases para una adecuada explotación y gestión de los recursos marinos vivos, compatibilizando la actividad extractiva con el mantenimiento y conservación del ecosistema marino de Canarias. Hay que puntualizar que, en la actualidad, dicha ley está siendo revisada para su modificación. No obstante, en estas regulaciones se establecen dos formas de marisqueo: marisqueo profesional y marisqueo de recreo. El primero se define como “la extracción, con carácter habitual y ánimo de lucro, de moluscos, crustáceos y equinodermos del medio marino, con artes específicas y selectivas para su ejercicio”; el segundo, en cambio, “es el que se realiza por entretenimiento, deporte o afición, sin ánimo de lucro, no pudiendo ser objeto de venta ni transacción las capturas obtenidas”. En ambos casos se requiere estar en posesión de la licencia para ejercer la actividad marisquera, en la cual se indicará la zona de costa y los períodos en que se desarrollará la actividad, especies e instrumentos autorizados, así como volumen máximo de extracción.
APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS MARINOS EN LANZAROTE
La relación de los habitantes de Lanzarote con el mar ha sido, posiblemente, mayor que en otras islas. Diversos factores han podido influir a lo largo del tiempo en la población isleña favoreciendo la aparición de una mayor tradición marinera, la cual implica un mayor aprovechamiento de los recursos marinos. Por un lado, se pueden citar las especiales características orográficas, como por ejemplo la escasa altitud, y climatológicas, como las escasas precipitaciones y las altas temperaturas de la isla, las cuales no han permitido desarrollar suficientemente la agricultura y la ganadería para poder subsistir de ellas. En este sentido, la situación podía ser crítica −se producían fuertes hambrunas− durante las épocas de sequía, donde la pesca y el marisqueo constituyeron los únicos medios de subsistencia para la población. Por otro lado, ha tenido una gran importancia la proximidad geográfica de Lanzarote al continente africano, donde los recursos biológicos marinos son abundantes. Esto ha provocado una mayor riqueza biológica, como por ejemplo de peces, en todo el entorno, la cual era conocida desde épocas remotas por los aborígenes, quienes aprovechaban estos recursos gracias a rudimentarias embarcaciones. De hecho, en épocas más recientes se desarrolló en la isla una extensa industria pesquera −a principios de los años 80 el 70 % de la economía dependía de ésta− que, sin embargo, ha ido decayendo hasta la actualidad. En cuanto al marisqueo, éste fue siempre una actividad alternativa a la pesca y era realizado principalmente por las mujeres ya que los hombres estaban varios meses en alta mar; este hecho adquirió una especial relevancia en la Isla de La Graciosa. Sin embargo, el descenso de la actividad pesquera, la inserción de las mujeres en otras actividades profesionales, etc. ha provocado un cambio en las costumbres cotidianas, pasando a ocupar el hombre el papel de mariscador, aunque como actividad alternativa a otros trabajos. No obstante, en épocas de crisis económica como la actual, donde los sectores de la construcción y del turismo han sufrido una fuerte paralización, muchos hombres desempleados encuentran en el marisqueo una alternativa rápida, y en ocasiones única, de obtener ingresos económicos.
Rubén Ramírez Cañada
Biólogo Marino