Escuela de pesca

Alejandro Perdomo

La sal y un matiz que por un instante nos hizo fuertes, las cofradías. Parece ser que después de la guerra civil una de las cofradías mejor organizadas estaba justo aquí, justo en Arrecife, justo a las mismas puertas de lo que después fue la Escuela.
Ese edificio del que solo te pondré un par de fotos, una de fuera y otra de un adentro en la que solo se ve un grupo de personas que mira a una cámara, en una estancia que podría ser un aula.
De las palabras de Díaz de la Paz me quedo con una que en mi percepción de las cosas es poderosa: sal. A la sal le hemos añadido coletillas que nos ayudan a tirar hacia delante, sal de salir, sal de salvarse..., es como si hubiésemos construido un lenguaje alrededor de la sal que nos lleva a nuestra propia prosperidad. Queriendo sal, salario y salud. Es como si en lo quiera que hagamos si hay sal, saldrá bien.
Así, la Escuela nació en medio de una espantada migratoria que no fue la última, en medio de una guerra mundial, en un país racionado, en un territorio de ultramar, con la misión de enseñar a pescar.
Dice el proverbio que “si un hombre tiene hambre no le des un pez, enséñalo a pescar”. De alguna manera ese era el objetivo de la Escuela, enseñarnos a pescar... para sobrevivir.
Así, los 75 años de labor docente de la Escuela, se apoyan en un recurso intangible, de pobres, y necesario en entornos precarios: el tesón.
No te puedo dar detalles, solo intuyo que las personas que hicieron la Escuela tuvieron que construir su propia docencia, adaptar el lenguaje a un alumnado que contaba con un vocabulario propio y una forma de hacer y de ser desconfiada, y que además, por lo general, contaba con una formación inicial precaria ¿Qué puedes enseñar a una persona a la que, como decía Manuel González Barrera “entre espina y espina le creció el esqueleto”? ¿Cómo te lo tienes que montar para que se siente a calcular la mejor trayectoria para una ruta?
En este punto es bueno que entiendas que a día de hoy, eso de la docencia náutica sigue teniendo un apartado complejo de gestionar. En el barco se habla un lenguaje propio, todos los barcos son distintos y cada uno está ensamblado con su propia lógica. No existen editoriales que se arriesguen a hacer publicaciones para docentes náuticos, la información actualizada está en inglés y alemán, y los libros buenos son demasiado técnicos.
Con este pequeño inciso, intuyo que en los comienzos primeros las enseñanzas iniciales se basaban en la experiencia, que hubo que buscar a los que más sabían, y que los que sabían se lo tuvieron que pensar para arriesgarse a enseñar algo que era su medio de vida, y que una cosa es saber, y otra enseñar.
Volvamos a la Escuela, a 1960, un instante en el que se da una evolución tecnológica que permite la captura masiva de la sardina, la incorporación de los sistemas hidráulicos en las embarcaciones que incrementó la fuerza de trabajo y la variedad de maniobra en la captura. Es bueno recordar que entre las décadas de los 60, 70 y 80, Lanzarote llegó a procesar cuatrocientas y mil latas de sardina al día, la mitad de la producción nacional. Es fácil ver que en medio de ese salto tecnológico había que rediseñar la Escuela.
Soñar un edificio.
Estás rodeado de la mayor industria conservera del país, en una etapa de pleno crecimiento, y te toca hacer de docente. Lo natural era que llegara un día en el que fuera necesario actualizar la oferta formativa y renovar el recurso didáctico.
Este complejo proceso se culminó en 1969 con la inauguración de un edificio que además de Escuela, contaba con bar, residencia, planetario, puente alto, planta de generación de electricidad propia y taller de motores.
Una construcción robusta, que todavía hoy es uno de los edificios mejor construidos en la Isla, que tiene forma de barco, y al que por fin este año, aprovechando el 75 aniversario, se le ha dado una nota de color en su misma torre.
Es posible que con el edificio nuevo y la pujanza del sector pesquero, la Escuela haya vivido una de las etapas más prósperas de su historia, y que esa prosperidad se viniera a menos a partir de 1986 cuando no se renueva el acuerdo de acceder a los recursos pesqueros del banco canario-sahariano. Un final brusco de la actividad pesquera que vino a coincidir, casi en el tiempo, con la inauguración de la residencia en 1987.
De tal manera que en 1987 la Escuela era un centro especializado, equipado, maduro... y vacío.
Los años sin alumnos se salvaron con los convenios que se alcanzaron para formar a patrones de otras islas y de otros países, años de docencia por las cofradías de toda Canarias y “mil” intentos para reorientar un centro que perdía empuje.
Y fíjate tú si se intentó...
En 1992 se adquirió el buque Bocaina, un recurso didáctico que todavía hoy es inédito en la docencia que se imparte en Canarias. A mediados de los 90 se consiguieron los simuladores de comunicación, los simuladores de puente y se iniciaron los Ciclos de Cultivos Marinos y de Buceo. A comienzos del milenio se adquirió el simulador de máquinas; mira que se intentó...
Se intentó tanto que la Escuela llegó a ser instituto de FP y de Enseñanza Secundaria Obligatoria de forma simultánea. Hasta que en 2012, en medio de la crisis, recuperó por fin todo su cuerpo.
De los últimos cinco años te puedo decir que ha sido realmente interesante y compleja la actualización en recursos didácticos para el ciclo de buceo y la adquisición de un nuevo simulador de Puente. Se ha llevado a cabo una recuperación del edificio central y se han rehabilitado las embarcaciones de la Escuela; una flota que entre Bocaina, el de vela, los botes y las zódiacs suman más de nueve embarcaciones, y eso que no te cuento las de vela ligera, que también están vivas y navegan.
Si no la conoces es bueno que te vengas a verla, el centro que hoy hace 75 tiene una vida linda. Ayer vino Felipe que es fotógrafo del www.diariodelanzarote.com y entre los dos, al salir, nos acordábamos de esos pequeños personajes de la teleserie Fraggel Rock. Esos chiquititos que estaban con casco todo el día, haciendo mil cosas distintas y que a mitad de canción cantaban eso de “hay que trabajar, no podemos descansar...”
De alguna manera la formación náutica que se desarrolle en el centro depende mucho de lo que se sueñe ahora y de no olvidar que la nave, el barco, es una de las construcciones más complejas y completas que ha hecho el hombre que su construcción y manejo ha sido una faceta fundamental de todas las culturas. Al fin y al cabo, llevamos más de 25 siglos haciendo naves, preparando viajes.