EL HIERRO

EL HIERRO, EL RESURGIR DE LAS AGUAS

Con apenas doscientos setenta y ocho kilómetros cuadrados, esta maravillosa isla alberga siete Espacios Naturales Protegidos, ocupando el cincuenta y ocho con uno por ciento de su superficie terrestre. Además cuenta en su parte suroccidental con la Reserva Marina Punta de La Restinga—Mar de Las Calmas, que con aproximadamente siete con cinco Kilómetros cuadrados y un perímetro de unos veinte kilómetros, es una de las reservas de mayor importancia biológica, ecológica y social del mundo. 
Dada su belleza y su riqueza natural, El Hierro forma parte de la Red Natura 2000 (red ecológica europea de conservación de la biodiversidad) y es uno de los lugares del mundo declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
A pesar de todo esto, no se puede luchar en contra de la naturaleza, y una prueba de ello es el proceso de erupción volcánica submarina que surgió en esta isla el pasado día nueve de octubre de dos mil once a unas escasas tres millas de la costa del pueblo de La Restinga, afectando en gran medida a la Reserva Marina situada en el Mar de Las Calmas , la cual fue creada en 1996 y cuyo objetivo es la protección, regeneración y desarrollo de los recursos pesqueros para el mantenimiento de pesquerías sostenibles que permitan a los pescadores artesanales de la zona preservar su tradicional modo de vida. Seguidamente, y tras la incertidumbre de no saber en que zona exactamente podía emerger dicha erupción submarina, los habitantes de este pueblo fueron evacuados el día once de octubre con el consecuente cierre, por parte de Capitanía Marítima y los encargados de Seguridad y Emergencia, de todas las actividades marítimas en la zona: pesca profesional y pesca de recreo, buceo, baño y actividades de ocio.
Algunas de las evidencias que dejó tras de sí el proceso volcánico fueron las manchas de color turquesa que aparecieron en el mar el día doce de octubre como consecuencia de los gases emitidos por el foco volcánico, la llegada a la costa de algunas piedras de origen volcánico que rápidamente se convirtieron en el reclamo de la población bautizándolas con el nombre de “Restingolitas”, y lo más llamativo, y sin duda, lo más triste para nuestros fondos fue la muerte de cientos de ejemplares de peces que comenzaron a aparecer flotando a lo largo de toda la costa de El Mar de Las Calmas. Algunas instituciones como la Secretaría General de Pesca (como organismo competente en la gestión de la Reserva Marina Punta de La Restinga—Mar de Las Calmas) y la ULL (Universidad de La Laguna, en Tenerife) realizaron diferentes muestreos durante algunos días consecutivos de hasta 1145 ejemplares de peces muertos cuyas especies más representativas (en orden decreciente) fueron las siguientes: Sarpa salpa (salema), Diplodus sargas cadenati (sargo blanco), Boops boops (boga), Sparisoma cretense (vieja), Diplodus vulgaris (seifía), Thalassoma pavo (pejeverde), Chelon labrosus (lisa), kyphosus sectator (chopón) y Apogon imberbis (alfonsito). También se llevaron a cabo muestreos de algunas especies de invertebrados, entre las que destacaron: Octopus vulgaris (pulpo) y Rhynchocinetes rigens (camarón moteado). 
Tras el análisis de dichos muestreos llegaron a un planteamiento inicial en el que la posible causa de la mortandad masiva de animales se debía a la falta de oxígeno en el agua (anoxia). Esta hipótesis se contrastaba con la dinámica observada en dicho suceso: los primeros peces parecían haber muerto por efecto directo del foco volcánico o tratando de huir del mismo, ya que aparecían en gran medida con hinchazón de la vejiga natatoria al ascender bruscamente. También aparecieron esporádicamente pequeños peces y cefalópodos de la capa de reflexión profunda que murieron en su ascenso nocturno a la superficie. Por otro lado la presencia de sulfuros en suspensión creó un ambiente ácido y carente de oxígeno en el que murieron muchos peces costeros con altas necesidades metabólicas de oxígeno, como es el caso de los chopones, gallos, sargos, meros, abades, tamboriles espinosos, etc.
Días más tarde comenzaron a morir otros peces más pequeños, con menos requerimientos de oxígeno y frecuentes de fondos someros, como fulas, pejeverdes, lisas, etc.
La hipótesis de la anoxia o falta de oxígeno como causa principal de la muerte en estas especies se veía reforzada por el hecho de que los peces grandes que se encontraban en el “vivero” de La Restinga se mantenían en perfecto estado. En este acuario natural el agua fluye con la marea, filtrada por la roca volcánica, y permaneció con unas condiciones de pH y oxígeno mucho más elevadas que en el exterior, es decir, aguas menos ácidas y más oxigenadas. Parecía lógico pensar que estos peces hubiesen muerto en el caso de que el agua llevara un tóxico disuelto. El mismo caso se podía observar con los peces que vivían en los charcos intermareales de la zona, que fueron los más que resistieron debido a las condiciones extremas que soportaban a diario con los cambios de las mareas. Los casos más evidentes fueron sin duda los del caboso y la barriguda del charco. Además, no se habían encontrado hasta el momento casos de muerte entre las aves marinas, cangrejos y gatos que se habían observado alimentándose de los peces muertos. En cuanto a las algas y a los invertebrados, presentaban un estado normal, no apreciándose ejemplares muertos. Solo cabía destacar que cierto tipo de algas calcáreas habían adoptado un color amarillento, probablemente debido al sulfato y a la acidez del agua. También en la lapa negra se apreciaba un cierto desgaste que blanqueaba la concha de algunos ejemplares.
Tampoco había existido ningún varamiento de cetáceos en ningún lugar de la isla, cuyas poblaciones residentes se habían alejado de la zona afectada y algunos grupos de zífios y delfines mulares se habían desplazado y se localizaron en la zona de Las Playas (ubicada al noreste del pueblo de La Restinga).
Con el paso de los días la actividad sísmica siguió su curso y el burbujeo en la zona del foco eruptivo era cada vez más eminente, por lo que la población de La Restinga se vio sometida a una segunda evacuación que dejó tras de sí una especie de pueblo fantasma durante casi tres meses, desprovista de sus pescadores y buceadores.
Tras cinco largos meses de continuos vaivenes en el proceso eruptivo que tanto afectó a esta zona de la isla, tanto La Restinga como sus fondos marinos comenzaron por fin a experimentar una estabilidad y mejoría en todos sus aspectos. Poco a poco todo volvió a la normalidad y se restableció por parte de Capitanía Marítima el permiso para poder llevar a cabo la navegación y el buceo en toda la zona. Esto permitió comprobar que, a pesar de la fuerza de la naturaleza, y después del cese de la actividad volcánica, el medio marino había experimentado una asombrosa regeneración en todo el Mar de Las Calmas y por ende, en toda la Reserva Marina que con tanto esfuerzo se había cuidado durante más de quince años consiguiendo tener uno de los fondos marinos más espectaculares del mundo.
La calidad de las aguas había mejorado significativamente en casi todos sus parámetros, como por ejemplo en el pH, acidez, niveles de diferentes metales, etc, y se podía observar un aumento en todas las comunidades algales, especialmente en las llamadas pardas (Sargassum, Lobophora, Cystoseira, etc). Asimismo se observaron numerosos bancos de alevines de diferentes especies, de gran importancia para la regeneración de nuestros mares, y ejemplares de peces adultos de alto nivel trófico, como los abades, meros, medregales, chopas, gallos, etc, algunos de los cuales se habían visto muy afectados por el proceso eruptivo, muriendo un gran número de ellos.
En relación a los invertebrados también se comprobó un aumento en algunas especies de nudibranquios, especialmente del género Aplysia (vacas de mar) y Micromelo (caracol burbuja), así como en cnidarios del género Pelagia noctiluca (aguaviva) y Physalia physalis (fragata portuguesa). Este hecho podía ser debido a la escacez inicial de algunos depredadores sobre estas especies, cuestión que con el tiempo se ha ido regularizando y actualmente se ha restablecido el equilibrio en la cadena trófica de estos fondos.
Otra prueba ineludible del comienzo de regeneración que estaban experimentando estas aguas era la presencia cada vez más notoria de cetáceos a lo largo de todo el Mar de Las Calmas, ya que estos maravillosos animales se caracterizan por ser unos grandes indicadores biológicos de contaminación. Algunos de los ejemplos de avistamientos más frecuentes en la zona los encontramos entre los Delfines Mulares, Delfines Moteados, y por supuesto los Zífios, especie residente en estos fondos y por tanto de gran importancia biológica. 
A pesar de estas mejorías, tras el paso de los efectos causados por la erupción volcánica se presentó el inconveniente de que algunas especies como Sparisoma cretense (vieja), Thalassoma pavo (pejeverde), o Aulostomus strigosus (pez trompeta), ya no estaban presentes a lo largo de la zona afectada, aunque sí habían sido observadas en sus alrededores. Pero a la contra comenzaron a observarse diferentes especies que hasta el momento no eran muy comunes en esas aguas, como son Macroramphosus scolopax (trompetero) y Pleurobranchus testudinarius (caracol tortuga). 
Actualmente todas estas especies que se vieron tan afectadas y que se habían alejado en un principio intentando escapar de los efectos producidos por la erupción volcánica submarina hacia otras zonas de la isla, han sido testigos de la sorprendente regeneración que han experimentado estas aguas, han migrado y han vuelto a formar parte del Mar de Las Calmas inundando sus aguas de una vida y un colorido difícil de encontrar en otras zonas, y ofreciéndole al visitante uno de los buceos más espectaculares del mundo. 
Se puede concluir con total certeza y admiración que todo aquél que decida visitar los maravillosos fondos marinos de El Hierro tendrá el privilegio de comprobar, no solo la gran variedad de vida marina existente en ellos, sino la gran capacidad de regeneración que presentan nuestros mares tras un sorprendente proceso natural como es una erupción submarina. No debemos olvidar que el origen de nuestras islas es volcánico y que por tanto este tipo de procesos forman parte de nuestro archipiélago, pero gracias a ellos gozamos de unos paisajes de ensueño y de una espectacular variedad tanto en la flora como en la fauna terrestre y marina.  
 
 
Texto: Yurena Pérez Candelario
Bióloga Marina
FOTOGRAFÍA: Francis Pérez
www.uwatercolors.com