Silencio cristalizado
Como una mariposa de la luz atrapada en la cintura pérfida de un reloj de arena. Ironía macabra del tiempo, que pasa ante mí pero mi realidad permanece estancada. Una cascada incesante de arena fina transita a lo largo de mi cuerpo, rodeada de reflejos, de formas ondulantes y distorsionadas que susurran apenas la realidad exterior como sombras de una hoguera.
Arriba, un embudo absorbente que todo lo arrastra hacia las profundidades. La luz, fría, tenue. Como un dolor crónico. Abajo, la columna de polvo menudo y ocre que desemboca y se acumula formando una duna efímera. Dentro, el rugido atronador de un hilo de arena cayendo sobre más arena en la inmensidad de un tedio incurable. Y cada vez que asumo lo que veo, lo que siento y me rodea, en su forma y en su tempo, la vida me lo pone todo bocabajo y vuelta a empezar. Aprender y desaprender ante una cadena de espejos enfrentados. Espero la noche pero no llega. Existir puede resultar agotador.
Siento desde hace tiempo una sed insaciable de paz y soledad en un entorno inédito. Una playa salvaje de arena sin huellas. Con dunas crestadas de fina hierba despeinada. Con paredes de roca que nacen caprichosamente del suelo y ríos como trenzas que se marcan en la orilla de la bajamar. Y quedarme dormido. Hibernar allí. Sentir el salitre en mi piel, el rugido del mar, la espuma como nieve sobre las cumbres de agua y el viento cabalgando en el horizonte tormentoso.
Lo sueño pero no lo alcanzo. Extiendo mis manos y no llego ni a tocar el cristal fino que me encierra. Como un niño asustado en medio de un bosque de sombras sin rostro que tapan el sol. Una pared impenetrable que me separa del agua vital. Ruido amniótico persistente. Estridente. Infinito. Y las horas que se arrastran. Y los días que no avanzan.
Mi última bocanada de oxígeno por un horizonte inhóspito. Atmósfera, luz y silencio. Silencio… Deliciosa ausencia de interferencias a mi pensamiento. A mi quietud. Envolverme en mí mismo y bucear en el flujo de mi existencia. Silencio en sus múltiples formas naturales. El que habita en el interior de las rocas. El que genera el crecimiento de los árboles o el de la majestuosa presencia de los glaciares. Silencio como el que aguarda durante milenios en el interior del hielo azul, prisionero feliz del frío. Silencio ancestral. Silencio espacial. Silencio abisal. Como una cura urgente. Como pide agua la tierra cuarteada. Silencio, soledad y horizonte. Uno siempre desea lo contrario de lo que padece.