NOMBRES DEL MAR

Pepe Vera

Si coleccionar gran cantidad de objetos es una patología, ¿a qué tipo de enfermedad responde el hábito de esparcir plásticos por todo el Planeta? Es una locura mortal. Es como una colección despreocupadamente colectiva.

Cuando paseo por las playas y recojo basura de sus arenas, mayormente plásticos, la gente me mira con extrañesa. Imagino que podrán pensar de mí. Curiosamente cuando la gente ve a otros tirando basura a la playa, nadie los mira con sorpresa, ni expresa reproche alguno. Parece ser que es una locura recoger basura de las playas, pero tirarlas no.

Al investigar en el proyecto, me encontré con infinidad de cifras y datos alarmantes. Pero recuerdo uno especialmente significativo. Una cita lo bastante clara y preocupante, además muy cercana en el tiempo para ser alarmante, “en el año 2050 habrá más plásticos que peces en nuestros mares” . Aun así, parece que la humanidad no va a cambiar de rumbo.
El problema de la contaminción de nuestros océanos, mares, lagos y ríos proviene del mismo sitio que el de las tierras y el aire del Planeta. Responde a una socidedad compulsivamente consumista, con una industria capaz de satisfacer este frenético deseo. El cambio climático, concecuencia de nuestros hábitos de vida, dará sus frutos. Las sus efectos ya están aquí.

El proyecto
Fue lo vulgar del objeto lo que llamó mi atención sobre los demás plásticos que encontraba en las playas de la isla. Consciente de lo vulgares que eran esos pequeños trozos de plástico y que lamentablemente también se habían converdido en cotidianos, en 2013 empecé a recogerlos. Al principio eran pequeños trozos de plástico de diversos colores, tamaños y formas, entre ellos bastoncillos de varios colores, de esos que se usan para la limpieza de oídos. Los agrupaba sobre una mesa intentando descontextualizarlos de alguna manera, hasta que se me ocurrió unirlos. Uno soporte del otro, bastoncillos y trocitos de plástico. Luego reciclando madera, de recortes desechables de la carpinteria de la Escuela de Arte, obtenía el soporte.

La peana elevaba y finalizaba la pieza. Creando un nuevo objeto, contradictorio, dadaista, reinventado. Construyen su nuevo discurso estético sin renuciar a lo ético de su mensaje medioambiental. Hablan por sí mismos individualmente, y en grupo su variadad y cantidad los reafirma. Las piezas por separado ocupan su propio espacio estético en formas, texturas y colores, sin renunciar a su mensaje de denuncia. Es en la sorpresa donde ética y estética se unen en un solo discurso. En grupo, las piezas alzan las voz denunciando a gritos el estado de los océanos y mares. El mensaje es reforzado por la variedad y cantidad de objetos, que se alinean para formar una auténtica marea de plásticos.