Tubos volcánicos

Emilio Soler Onís

Siempre han sido motivo de fascinación. Los tubos volcánicos son estructuras geológicas formadas por el flujo de lava durante una erupción volcánica que discurre sobre un terreno en pendiente y va desarrollándose a medida que la lava fluye a través del túnel. Las paredes y el techo se enfrían y solidifican, mientras que en su interior la lava circula creando una estructura tubular que queda hueca cuando el flujo lávico cesa.

En la antigüedad se creía que estos enigmáticos túneles subterráneos eran la entrada a lugares míticos como la Atlántida. En muchos de ellos, los aborígenes canarios dejaron ofrendas, seguramente por la creencia de que podían ser moradas de dioses o seres sobrenaturales, dotándolos de un aura de misterio y veneración. Fueron usados hace siglos por los lanzaroteños como refugio ante los ataques de los piratas berberiscos y cazadores de esclavos, y durante las guerras como escondite de arsenales o armamento.

Canarias cuenta en sus islas con una gran cantidad de tubos volcánicos que llegan a estar entre los más largos del mundo o los más antiguos, pero es sin duda el conjunto del tubo volcánico del volcán de la Corona el más famoso por albergar a lo largo de su recorrido, que se adentra en el mar hasta los 80 metros de profundidad, La cueva de Los Verdes y Los Jameos del Agua. En las dos últimas décadas se ha demostrado que en estos ambientes subterráneos habita una exclusiva fauna invertebrada que se ha desarrollado independientemente a la de sistemas próximos, y en la que todas las especies son endémicas, y algunas pertenecen a grupos animales inesperados. El caso mas popular es el del crustáceo decápodo, cangrejito ciego de los Jameos o jameito (Munidopsis polymorpha Koelbel, 1892). Si bien hay estudios sobre la fauna de los tubos volcánicos de Canarias, poco o nada se sabe sobre la flora asociada que en ellos se desarrolla. Nos referimos a las algas.

Desde una perspectiva científica, los tubos volcánicos presentan un desafío ambiental único. La escasa luz solar en estos entornos es un importante factor limitante para su crecimiento, así como el grado de humedad relativa del aire y los nutrientes disponibles. Son lugares muy pobres y con poca renovación, lo que nos lleva a pensar en la imposibilidad del desarrollo de una vida basada en la fotosíntesis; pero las apariencias, engañan. En este hábitat aparentemente inhóspito, las microalgas emergen como actores cruciales, desempeñando funciones fundamentales en la supervivencia y el equilibrio ecológico de la fauna que se desarrolla bajo el suelo, conocida como hipogea, y por tanto, de todo el hábitat.

De las veintiocho simas, cuevas y tubos volcánicos censados en Lanzarote, destaca el sistema de tubos lávicos del volcán de la Corona en su tramo superior, en donde se han identificado una veintena de especies de microalgas aerofíticas (adaptadas a vivir fuera del medio acuático) de origen circumboreal, que se las relaciona con latitudes altas del hemisferio norte en la zona boreal, y que dada la latitud y la localización del malpaís del volcán de La Corona hace pensar que esta flora encontrada en el tubo volcánico no es propia de las regiones subtropicales por lo que no debería encontrarse en Canarias. La explicación a este hecho radica en la interesante historia climática y geológica de la isla. Hace aproximadamente 21.000 años, cuando el volcán de la Corona erupciona, Lanzarote pasaba por un periodo frío y húmedo, albergaba una flora y fauna muy diferente a la actual. Los tubos volcánicos han actuado como una auténticas “cajas del tiempo”, lo que explica el origen circumboreal de las diatomeas actuales de los tubos volcánicos que han quedado “atrapadas” en un microambiente de condiciones estables e idóneas para su desarrollo, pero aisladas climáticamente. La flora hipogea del tubo volcánico encontrada en el volcán de la Corona sugiere cierto paralelismo con la Laurisilva macaronésica, actualmente relicta en esta región y que tuvo una mayor distribución biogeográfica en épocas pasadas.

La importancia de las microalgas en los tubos volcánicos se revela en la intrincada red trófica subterránea. Su capacidad para convertir la luz en energía proporciona la base alimentaria para una variedad de organismos adaptados a la vida subterránea. Invertebrados como arañas, escarabajos y ciempiés troglobios, que dependen directamente de estas microalgas como fuente primaria de alimento, estableciendo una red de interdependencia única en estos ambientes oscuros. La relación entre las microalgas y estos habitantes subterráneos no solo garantiza la supervivencia de las especies, sino que también contribuye a la evolución y adaptación continua de estos ecosistemas.

La complejidad única de cada sistema subterráneo, y en particular de aquellos que están aislados geológica y climáticamente como los de Canarias, revela la fragilidad y la importancia de preservar los tubos volcánicos. Las actividades humanas, como la exploración tan de moda en las redes sociales, el turismo de aventura descontrolado o la alteración del entorno circundante, pueden tener impactos negativos significativos en estos ecosistemas únicos. La conservación de los tubos volcánicos de Canarias no solo salvaguarda la biodiversidad subterránea, sino que también garantiza el estudio sobre la colonización y la adaptación de la vida en condiciones extremas en un laboratorio natural único para el estudio del clima y la evolución como es la isla de Lanzarote.