El Callejón del Aguaresío

Ifabre y M.J. Tabar

El Callejón del Aguaresío
La joya arquitectónica del Arrecife costero.


Los ojos de los marineros son como la mar. Unos días son balsa de aceite. Otras, ciclón. A veces se anegan humanamente con pleamares que desbordan sus diques de contención.
Aquí, en el barrio la Puntilla, se ven miradas así. La mayoría peinan canas y conocen el roncar de los vientos tan bien como el nombre de sus hermanas o el de los avíos de pesca.
Luis Hernández Fuentes, El Aguaresío, fue uno de ellos. Uno muy querido por sus vecinos. El callejón donde discurrieron sus 89 años de vida es hoy la joya del casco histórico de Arrecife. En realidad, es casi el único testimonio de cómo se ordenaba la vida marina en esta ciudad hecha de arrecifes y de islotes quebrados. Puede que constituya el casco viejo más pequeño del mundo.
Antes era una prolongación de la calle San Juan y, más que cualquier otra cosa, era “el rinconcito de Luis y Ana” y luego de sus diez hijos.
El colegio de Luis fue el mar. Faenaba sólo desde los once años y toda su vida laboral la pasó a bordo de un barco. También sus ratos libres, claro, porque el mar, además de escuela y sustento, también era su recreo y pasión.
Encontrarse con este callejón sin conocer su existencia es ya casi imposible, porque ha sido encumbrado como sitio encantador de visita obligada. Por fortuna el callejón del Aguaresío sigue siendo un laberinto recoleto por el que la gente transita generalmente con admiración, respeto y la cámara del teléfono móvil encendida. Es la forma más hermosa de entrar y salir del Charco, el pulmón marino de la ciudad.
Si la copa del laurel creció dando sombra, oxígeno y atemperando los días fue por el cuidado constante de las familias que habitan el callejón. Si hay cactus que echan flor (la maravillosa y brevísima dama de noche) es porque reciben también sus mimos.
Si la tinaja persiste es por lo mismo.
El Aguaresío es más que una joya arquitectónica del Arrecife costero. Es un microcosmos pacificador que nos recuerda insistentemente que otras calles son posibles.

 

ILUSTRACIÓN: Ifrabe www.ifrabeilustracion.com
TEXTO: M. J. Tabar www.juntaletras.es