DIARIO DE UN HOSPITAL

Francis Pérez fotógrafo submarino y Mario M. Relaño escritor y poeta, fusionan su creatividad en esta sección.

DIARIO DE UN HOSPITAL

Día 1º.— Me encuentro sentado a su lado en un incómodo sillón desgastado, callado y a oscuras, mientras se escucha de fondo el escándalo que hacen las ruedas de los carros de las enfermeras en la medianoche, porque el protocolo se empeña en que han de tomarse las temperaturas, poner calmantes y vaciar lo que va llenando la sonda a esas horas tardías. Y me enfado y me digo que este no era el plan. Nuestro plan era que ella hoy debería estar conmigo en la isla, mojándose las piernas en la playa para mejorar su circulación y empapándose de luz después de nuestros paseos. Algo no salió bien, y ahora nos encontramos en esta habitación compartida de hospital, ella con dolor y yo tratando de no moverme para que al fin descanse después de un duro día.

Día 2º.— Hablamos del recuerdo de una de las primeras veces que vino a visitarme y, a pesar de lo frío que se intuía el Atlántico, decidió que nos metiéramos al agua. Las olas nos empujaban, pero agarrados de las manos nos reíamos sin parar, en parte por los nervios, en parte por la sensación fría del agua. Siempre lo ha querido repetir y formaba parte de este próximo viaje.
Quiere acostarse, se encuentra cansada, pero a pesar de eso los médicos dicen que progresa.

Día 3º.— Tras una mala noche, le cuento que he comprado unas gafas de buceo para que veamos peces. Hay cientos en la misma orilla de la playa. Se ríe cuando le digo que vi uno azul que se parecía a Dori. Ella no se imagina buceando pero calla y se limita a sonreír porque entiende que lo hago para animarla.

Día 5º.— Hoy no ha tenido un buen día.

Día 7º.— Los médicos siguen siendo optimistas y dicen que de seguir así, pronto podrá irse a casa para seguir la recuperación. Eso nos alegra y volvemos a hacer planes. Sabemos que son a largo plazo pero no imposibles. Nada ha cambiado.

Sentados juntos en la playa, siete meses después, dejamos que nuestros cuerpos se sequen al sol después del baño. Ella se encuentra mucho más delgada y se ata un pañuelo en la cabeza para ocultar su calvicie. Nuestros planes se pudieron llevar a cabo y ahora estamos juntos en la isla. Poder estar en el mar en pleno invierno le hará sentir bien y si no se restablece del todo, al menos le ayudará. Sobre todo, mentalmente, esto para ella es una sanación.