Puerto Naos, Un recorrido por la historiau
ENCLAVE
La geografía de la costa de Arrecife también ha favorecido el desarrollo de una amplia variedad de avifauna marina y una abundante pesca. Hoy en día, la marina de la capital sigue siendo un punto de interés para científicos e investigadores.
Arrecife posee también altos valores históricos por sus yacimientos submarinos. El Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote, ha realizado diversas inversiones en las que se han encontrado piezas de barcos y utensilios de distintas épocas históricas por toda la bahía.
CASTILLOS Y PIRATAS
Lanzarote sufrió desde la conquista europea hasta el siglo XVIII multitud de ataques piráticos. Algunos fueron tan potentes como el que protagonizaron 3.000 corsarios argelinos en 1617, cuando se llevaron casi un millar de prisioneros de la población local de la isla. Las pocas construcciones que tenía Arrecife en esos primeros siglos fueron arrasadas varias veces, por lo que se articularon intentos de fortalecer su defensa.
En 1572 se creó el primer antecedente del Castillo de San Gabriel, pero fue derruido en distintas ocasiones en las siguientes décadas. El baluarte terminó de definir su fisonomía entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII
El Castillo de San José, encargado por el rey Carlos III en 1767, se conoció como Fortaleza del hambre, porque su construcción sirvió para dar trabajo en una coyuntura de extrema pobreza. Su misión era proteger la entrada de Naos y, en los años setenta del siglo XX, fue rehabilitado a las órdenes de César Manrique, convirtiéndose en uno de los primeros museos de arte contemporáneo de España.
CIUDAD PORTEÑA
“Arrecife nació primero puerto y después ciudad” decía el escritor Agustín de la Hoz. Sus muelles permitían la salida de los productos agrícolas de Lanzarote, por lo que poco a poco prosperó una pequeña burguesía exportadora y comerciante. Pero la base popular y mayoritaria de la ciudad eran los marineros, muchos de ellos venidos de los pueblos del interior de la isla, con el ansia de conseguir un trabajo que no dependiera de las sequías. La gran mayoría de los barrios de Arrecife se fueron formando por familias de pescadores, con mujeres que trabajaban y dirigían la casa, mientras los maridos permanecían largos meses embarcados. El corazón de ese mundo marinero era Naos.
SALINAS
Con el crecimiento de la flota pesquera tradicional y la exportación de pescado, Lanzarote vivió una verdadera explosión de salinas, desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
Las salinas fueron una industria muy destacada para la capital de la isla. Es probable, que en algunas etapas, la ciudad llegara a tener más superficie salinera que de viviendas. Arrecife tenía grandes estructuras de este tipo, pero el verdadero centro de esta ciudad de la sal era las cinco salinas de Naos, las cuales llegaron a ocupar más de 150.000 metros cuadrados, produciendo miles de toneladas anualmente. Destacan especialmente las salinas construidas por Tomás Toledo junto al Castillo de San José, por adaptarse a la cambiante orografía del terreno a través de un ingenioso sistema de terraza.
CONSERVERAS
En paralelo a la modernización de la flota, la industria de conservas de pescado vivió una época dorada en la segunda mitad del siglo XX. Las tradicionales factorías de salazón y los secaderos de pescado dieron paso a partir de los años cincuenta, a una rápida y exitosa implantación de las modernas fábricas conserveras.
En los años 70 Arrecife llegó a ser uno de los mayores puertos sardinales del mundo. Pero a partir de la descolonización española del Sáhara, la flota encontró muchos problemas para acceder al llamado banco pesquero “canario-sahariano”.
OFICIOS Y ARTESANOS
Los marineros ejecutaban muchas funciones de mantenimiento en los barcos durante las zafras, pero la zona colindante a Puerto Naos estaba plagada de talleres que trabajaban para la flota durante todo el año. La carpintería de ribera fue una rama que floreció especialmente y le dio reputación a Arrecife. Igualmente, la pesca sirvió para crear ferreterías y forjas con suministros para los barcos.
Los oficios tradicionales se solían aprender de forma directa, de enseñanza entre maestro y aprendiz. No obstante, la vida marinera también ha tenido trayectoria académica en Arrecife, donde se creó una pionera Escuela de Pesca en los años cuarenta. En la década de los sesenta se trasladó a su ubicación actual, con un edificio modélico, que es una muestra destacada de arquitectura moderna racionalista en Canarias.
PUERTO COSMOPOLITA
A partir de los siglos XVIII y XIX comenzó a crecer el número de viajeros que pasaban por Arrecife. Además de comerciantes, la isla atrajo a afamados naturalistas, científicos e ilustrados de Reino Unido, Francia, Alemania, etc.
Los emigrantes históricos lanzaroteños eligieron América como principal destino, aunque en ocasiones también fueron a Europa o África. De la misma manera, Arrecife ha visto la llegada en las últimas dos décadas de emigrantes africanos que buscan la manera de llegar a Europa.
CULTURA, MAR Y ARTE
La influencia de Puerto Naos y la vida marinera, impregnan muchísimas manifestaciones de la cultura lanzaroteña. Agrupaciones musicales folclóricas de gran repercusión, han unido melodías y tradiciones creadas por generaciones que vivieron apegadas a la pesca, especialmente la relacionada con la cercana costa africana.
Es la esencia de los puertos, especialmente si tienen una larga tradición como Puerto Naos, ser la primera o última página de numerosos capítulos de la historia
Artistas plásticos de Lanzarote como Pancho Lasso, César Manrique, Santiago Alemán o Paco Curbelo también han mirado al mundo del mar, mientras en la literatura, autores como Ángel Guerra, Fidel Roca, Sebastián Sosa Barroso, Antonio Félix Martín Hormiga o José Betancort Mesa se han inspirado en la vida de los marineros.
Documentado sobre los textos del autor de la exposición, el historiador Mario Ferrer.
Puede visitarla en las instalaciones de La Marina de Lanzarote. Avda. Olof Palme s/n
Imagen cedida por Archivo de fotografía histórica de Canarias.
Postal de Ediciones Arribas de la colección José A. Pérez Cru