¿Para qué sirven las aves?
Este título con el que empiezo esta pequeña historia surgió a raíz de una pregunta por parte de uno de los niños a los que estaba dando una charla sobre las aves de Lanzarote.
Me preguntó,
— ¿Por qué las aves?
— ¡Buena pregunta!— le pude contestar.
De esta sencilla y tan importante pregunta, surgió otra reflexión que venía precedida por comentarios que había escuchado anteriormente a través de personas que, con desprecio y/o desconocimiento hacia la naturaleza o las especies que encontramos en Lanzarote, se dirigían a ellas con el muy típico y rancio “eso no sirve para nada” o “es solo esto o aquello”.
¿Para qué sirven las aves?, si es que le podemos asignar algún tipo de vago propósito como si de un simple utensilio se tratara.
Empezando por algunos aspectos científicos, todas esas especies que muchas veces clasificamos a la ligera como horribles, feas, asquerosas o inútiles por el mero hecho de ser muy comunes, han llegado hasta nuestros días porque han evolucionado durante miles o millones de años. La humilde gallina (Gallus gallus) pertenece a una de las familias más antiguas que existen, solo por detrás de los avestruces (Fam. Ratitae) y alguna especie no voladora como el kiwi (Apteryx mantelli); hablamos de más de sesenta millones de años. El ser humano desciende de la familia de los primates, de donde hace unos dos millones de años bajó de un árbol y ya nos creemos poseedores de la capacidad de discriminar o despreciar un ser vivo. Humildad.
Las aves nos dan la oportunidad de poder contemplar como multitud de especies, en armonía, conviven en un solo lugar con las características que las identifican. Aves nidificantes—migratorias, residentes, migratorias de aquí y de allá, sin preguntar de dónde vienes y adónde vas. Solo compartiendo el espacio, resaltando aún más la belleza del lugar al ver juntas diferentes formas, tamaños, colores, orígenes y destinos. Convivencia.
Son pocas las civilizaciones, culturas, países o imperios que no hayan sucumbido a la fascinación de los poderes de las aves. Los primeros pobladores del continente americano, en el norte, creían que la creación del universo y las diferentes formas de vida se debían a Thunderbird, un ser mitológico que con el batir de sus alas formaba truenos y relámpagos con capacidad de crear o destruir. Las líneas de Nazca, en Perú, representan varios grupos faunísticos de gran tamaño realizados en el suelo y que en su mayor parte solo se pueden ver desde el aire. El de las aves es de los grupos más destacados con varias figuras como el colibrí, el alcatraz o el cóndor. Hoy en día solo se puede hipotetizar sobre su origen y función, pero el impacto que sufrió esta cultura tuvo que ser muy importante para llevar a cabo semejantes representaciones.
Siguiendo el hilo del párrafo anterior, las religiones se ven influenciadas por las aves en muchos de sus relatos, como referencia de lo extraordinario o divino de sus facultades. En el Corán se hace referencia a ellas en varios de sus versos, destacando la capacidad de vuelo o la formación de bandos como alegoría a la unidad de un pueblo. En la religión cristiana estas referencias son constantes y variadas. Arcángel (también mencionado en el Corán pero sin representación gráfica ya que está prohibido) es un mensajero, representado con alas. Ángeles y demonios, los “Putti” (niños alados confundidos con los querubines) forman parte de la esencia de las religiones. Muchas de ellas son heredadas, tergiversadas y/o mezcladas con otras creencias como las deidades griegas o precedentes de culturas paganas. En occidente, destacan la mitología griega y romana como ejemplo de estas representaciones aladas: Pegaso (caballo alado), Hermes o Mercurio, Eros o Cupido, Himeneo, etc. En oriente y el sudeste asiático, Garuda es la figura más relevante. Creencias.
Para los antiguos egipcios el dios Horus era representado por un hombre con cabeza de halcón (Fam. Falconidae), vinculando esta divinidad a la realeza y a la protección del Bajo Egipto de las calamidades. Los primeros pobladores de la Isla de Pascua, los nativos Rapa—Nui, celebraban una competición, el “Tangata manu” (hombre—pájaro). Consistía en recoger el primer huevo de la temporada de cría del Charrán sombrío (Onychoprion fuscatus), proclamando Tangata manu al ganador y convirtiéndose en, casi, una divinidad. Esta condición beneficiaba a su clan en los derechos de recolectar huevos y pollos de estas y otras aves. Supervivencia.
A lo largo de la historia, en ocasiones tan devastadoras como las guerras, muchos ejércitos, empezando por las legiones romanas, acogieron el águila (Fam. Accipritidae) como emblema de fortaleza y poder. Actualmente se usa el distintivo del águila en casi todos los ejércitos del mundo, para condecorar o establecer la escala de mando a la que pertenece. Aunque de origen cristiano, la paloma (Columba livia) con una rama de olivo en el pico, es aceptadA universalmente, como símbolo de unión, respeto y paz.
En muchos aspectos de nuestra humilde existencia, las aves son la referencia. La llegada a la vida se representa con la cigüeña (Ciconia ciconia) como símbolo de la fertilidad, relacionada ésta con la llegada del buen tiempo al regreso de sus migraciones en primavera. Para la muerte, en regiones como en el Tíbet y Norte de la India, se deja la reencarnación y el trasporte de los espíritus a cargo de los buitres (Fam. Accipritidae) para poder elevarlos a los cielos en una ceremonia denominada “byagtor” (entierro celestial), donde el cuerpo se convierte en una simple carcasa vacía. Así en Egipto, era el Ibis sagrado (Threskiornis aethiopicus) el mensajero entre el dios Toh y el pueblo. En ocasiones, según la mitología griega, podemos resurgir de las cenizas como el ave Fénix. En el caso de las almas errantes de los marinos perdidos en la mar, se mantiene la esperanza en los albatros (Fam. Diomedeidae).
Así reza un poema que podemos encontrar en el Cabo de Hornos:
"Soy el albatros que te espera en el final del mundo.
Soy el alma olvidada de los marinos muertos
que cruzaron el Cabo de Hornos desde todos los mares de la tierra.
Pero ellos no murieron en las furiosas olas,
hoy vuelan en mis alas, hacia la eternidad,
en la última grieta de los vientos antárticos".
Sara Vial
Existencia.
Por supuesto, el arte no escapa al influjo de las aves. El mismo Picasso realizó un dibujo de una paloma, que a la postre, sería usado en el Congreso Mundial por la Paz en 1949, después de la Segunda Guerra Mundial. El Bosco con “El Jardín de las Delicias” o Rubens con “Eolo”, expresan la admiración por las aves en estas telas. Canciones, poemas, películas, libros… Inspiración.
Hoy en día, todavía se siguen escuchando historias sobre la influencia de ver una u otra especie de ave. En la antigüedad se asociaba con la mala suerte o la maldad el ver un búho. Sin embargo, la “coruja” o lechuza (Tyto alba) era símbolo de buenas nuevas; aunque en Lanzarote todavía se relaciona con todo lo contrario, como el “alcairón” o alcaudón (Lanius meridionalis) cuando reclama:
“Alcaudón de Dios, ¿qué noticias traes?, si son mías, mándate a mudar, y si no, déjate estar” Folclore.
Ya comentamos que numerosas son las historias, cuentos y leyendas que existen en la historia de la humanidad relacionadas con las aves. En este sencillo texto tan solo se han expresado algunas de ellas, muchas son las que se quedan en el tintero. En este sentido, se ha querido dar una interpretación de cuán importante puede ser una parte de la naturaleza para nuestra especie, desde un punto de vista personal. Incluso, de las que aquí se citan, varias de ellas tienen diversas interpretaciones, por lo que se multiplican las moralejas y lecciones que de ellas podemos aprender. En este infinito repertorio, nosotros también podemos crear nuestras historias y darle el significado que queramos. Simplemente hay que dejarse llevar; los límites los ponemos nosotros y nuestra imaginación.
Dejaré para el final uno de los aspectos esenciales que han dado las aves a la humanidad. Ese que ha hecho que en la mitología griega Ícaro quisiera volar como los pájaros, tan alto como ellos. Esa misma condición que hizo que Leonardo Da Vinci inventara diversos artilugios y máquinas para conseguir lo imposible. Todavía nos devanamos los sesos por conseguir volar, por vencer la gravedad, por flotar en el aire indefinidamente, por sentirnos libres como pájaros. Las aves no han tenido un mayor efecto, desde nuestros orígenes, que el de soñar.
Sigamos soñando.
Texto y fotografías Gustavo Tejera
Técnico Superior de Educación y Control Ambiental Ornitología
Miembro del GOHNIC
(Grupo de Ornitología e Historia Natural de las islas Canarias)
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