Nº 35
...Tenemos un ministro de defensa que hasta hace muy poco, era consejero de una firma que fabricaba y comercializaba bombas de racimo, explosivo indiscriminado que ha matado o mutilado a unas 100.000 personas, la tercera parte de ellas niñas y niños.
Tenemos un ejército premeditadamente endeudado, que pintan banderitas en el cielo durante onerosos desfiles militares y cuando actúan en casa, lo hacen asaltando violentamente una zódiac, poniendo en peligro la vida de una tripulación formada por activistas medioambientales, ¿qué no harán en remotos territorios alejados de cámaras y observadores?
Tenemos un exministro cavernícola y machista, actual comisario europeo de medio ambiente, estrechamente vinculado a diversas empresas petrolíferas a través de sus familiares.
Tenemos un ministro canario más preocupado por la cartera de energía que por la de turismo, empeñado personalmente en que empresas de capital privado puedan (como si de sanguijuelas marinas se tratasen), succionar y extraer todo el crudo de las entrañas de nuestras costas.
Tenemos una empresa como Repsol, envuelta en una gran bandera española, cuando la realidad es que más del 50% está en manos de capital extranjero, es decir, de empresas y fondos de inversión ubicadas fuera de la madre patria.
Tenemos unas islas que, debido a la gestión cómoda y facilona de sus dirigentes, su única industria gira entorno al turismo. Unas islas frágiles frente a los touroperadores debido a la inexistencia de alternativa económica. Un archipiélago energéticamente dependiente, aun siendo este rico en fuentes alternativas limpias como son el viento, el sol y el mar.
Tenemos a una mayoría social y a toda la comunidad científica que se oponen con argumentos veraces y contundentes a este atropello medioambiental.
Tenemos un santuario marino donde están representados el 33% de los cetáceos a nivel mundial, ahora en riesgo, debido a la voracidad insaciable de intereses económicos.
Tenemos a decenas de touroperadores vigilantes en cada playa, que no dudarán en buscar otros destinos para sus clientes ante cualquier pequeño derrame, con el consiguiente caos que esto generaría en un archipiélago ya de por sí castigado severamente por el desempleo.
Y para todo esto, tenemos enfrente argumentos prefabricados tan frágiles como falaces:
- Generarán puestos de trabajo. Canarias recibió en 2013 más de diez millones de turistas extranjeros; proporcionalmente la plataforma generá los puestos que puede requerir un hotelito en temporada alta.
- Podrían hallar reservas correspondiente al diez por ciento del consumo de crudo en España. Repsol no es una empresa “estatal”, es una empresa “privada” española, son cosas totalmente diferentes. Nadie nos va a rellenar el tanque del coche.
- Es absurdo, si no lo hacemos nosotros lo hará Marruecos. Las prospecciones autorizadas en Marruecos conllevan menor peligro. Están previstas en la plataforma continental, es decir, a una profundidad no superior a 200 metros. En el caso de las costas de Lanzarote y Fuerteventura, se van a llevar a cabo en lo que es el “talud continental”, a una profundidad cercana a los 3.500 metros. También podemos ocupar el Sahara Occidental y así someter a otro pueblo... si no lo hacemos nosotros, lo hará Marruecos.
- Pero a las manifestaciones bien que vas en coche. Las multinacionales compran compulsivamente todas las patentes de nuevas tecnologías energéticas, ¿alguien piensa realmente que no existe alternativa al petróleo?
- Hay otros destinos turisticos donde se realizan perforaciones.
Ninguno es tan dependiente como en Lanzarote o Fuerteventura, donde el agua dulce proviene de la desalación del agua marina. A más de tres kilómetros de profundidad, la capacidad tecnológica para hacer frente a una situación no prevista es experimental. Una cosa es segura, el crudo jamás llegará a las lujosas mansiones de los grandes directivos de estas empresas.
El peor absolutismo es aquel que mediante maquillaje democrático consigue tapar su verdadero rostro.