Nº 13

Fernando Barbarin

SUEÑO

 

Para mí, uno de los mejores momentos del día es cuando finaliza... una vez en la cama, los breves segundos que anteceden al sueño son extraordinarios, el cuerpo desoye la gravedad, los párpados sabiendo de su inutilidad, caen rendidos sin resistencia. Esos segundos no tienen medida de tiempo, puedes sentir cómo todo lo que te rodea pasa a formar parte de un decorado sin importancia, la oscuridad se apaga y el raciocinio se desvanece dando paso a la creatividad. Es en ese instante cuando el cerebro aprovecha la noche para actuar sin ser observado y disfrutar sin ser juzgado, probablemente esos instantes representen la verdadera libertad del ser humano. Yo tengo sueños malos y sueños buenos, he llegado a soñar cómo un desalmado me apuñalaba sintiendo el frío metal entre mis intestinos, y les aseguro que eso duele. Pero hace pocos sueños, recibía otra visita con mejores intenciones, unas manos femeninas sujetaban suavemente mi cuello y con delicadeza me hacían entrega de un delicioso beso con sabor a lágrima, menta y azúcar, un beso de esos que no se olvidan, pareciera que ese beso se hubiera preparado detenidamente antes de su entrega, entrega que curiosamente provenía de unos labios inaccesibles para mí durante el día... cuando despiertas, tu pecho se inunda con una extraña sensación de resaca sentimental y emocional.
A través de los sueños puedes visitar y abrazar a los ausentes, caminar desnudo a lomos de un elefante azul, puedes ser un anti–héroe, llorar hasta encharcar tu almohada, hacer el amor sin sexo, tener mucho sexo sin amor, conocer a otro tipo de desconocidos, estrangular a tu jefe, viajar sin pesadas maletas, sentarte en tu viejo pupitre de escuela, bucear entre nubes y ron, o ser lapidado por treinta y siete notarios sin corbata... reconocerán que durante el día nuestras posibilidades se estrechan considerablemente en una rígida trenza de pautas, complejos y barreras. Creo sinceramente que los sueños son una herramienta natural para no volvernos locos cuando estamos despiertos, digamos que son el aliviadero natural nocturno del pantano de nuestro social diario. Los sueños son tan flipantes que nunca me ha interesado interpretarlos, comprenderlos o desencriptarlos, creo que ese esfuerzo prefiero dedicarlo a lo que ocurre durante el día a mi alrededor.
La privación del sueño es uno de los más efectivos métodos de tortura, y la prohibición y esterilización de los sueños la más cruel de las pesadillas.

Hace ahora cuatro años que tiré mi despertador.