Nº 10
PATERA
Reconozco mi incapacidad para expresar a través de las palabras el dolor y rabia que siento en estos momentos. Veinticinco hombres, mujeres y niños han perdido la vida a cien metros de la mía. Esos cien metros separaban dos realidades, una la que queremos creer y otra la que debemos saber. Queremos creer que se trata de un problema sin solución del cual nosotros no somos responsables. Queremos creer que nuestros países participan en diferentes programas de ayudas al desarrollo, pero no queremos saber que nuestros gobernantes reciben y estrechan sanguinarias manos de siniestros dictadores de nuestra vecina África, es más, no queremos saber ni sus nombres, ni el nombre de sus países, ni los nombres de los millares de asesinados, torturados y desaparecidos en ese continente...
continente, que un día nosotros dividimos con escuadra y cartabón y que ahora vive en la sombra y el olvido. Queremos creer que las luchas internas de “esos países” son salvajes e inhumanas pero no queremos saber que las libran con nuestras armas y que entre conflicto y conflicto, nos beneficiamos comercialmente de sus materias primas. Queremos creer que nos preocupa el fenómeno de la inmigración pero no queremos saber el verdadero motivo que lleva a una persona a dejar atrás, a sus seres queridos, su tierra, su cultura y embarcarse en un peligroso viaje para convertirse en muchas ocasiones en un “muerto de nadie”... queremos creer que son países pobres, pero no queremos saber que su mayor desgracia es precisamente que muchos son potencialmente ricos.