Viejo Ajache

CARLOS CANTÓN / IGNACIO ROMERO

Lomas alargadas con sabor a tierra añeja,
de baja estatura y agrietado escudo,
camino entre piedras desteñidas,
masas de caliche, jable, polvo y lajas.

Todo no es basalto roto,
distingo playas levantadas,
rotas y perforadas por el hombre,
en busca de las pilas labradas
que destilan su nombre.

Diblusado en viejos corrales,
la vieja y antigua gambuesa,
cierro los ojos y escucho el murmullo
de cabras y ovejas en actos sociales,
retazos imaginarios de estas dehesas comunales.

Remonto por las suaves faldas de ladera,
sueño con la mítica estirpe maja,
aquella que imprimió su alma en la piedra
guardando su multicolor cabaña ganadera.

Troto al este y llego a Puntagorda,
diviso al sur Papagayo,
al oeste se abre una gran llanura,
lugar de apañadas,
juego de pelota y conjeturas.

Tu cumbre
alcanza mar.
Tu cumbre
alcanza tierra.

Tu cumbre,
casi no es cumbre,
cimas de colores
abandonadas
como herrumbre.

Secos caminos polvorientos,
espejismos de agua y mar,
cansino ritmo del sediento.
Rápida huida del mortal.

 

FOTO: CARLOS CANTÓN @carloscantonfotografia
POEMA: IGNACIO ROMERO @ignacio_romero_perera