¿Cuántas idas y venidas?

NICOLÁS MELIÁN

Que si ese trabajo, que si el otro, que si ese coche, que si el otro, que si hijo o no hijo. Nunca es el momento y siempre parece que tenemos un risco gigante frente a nosotros.

Hace años, no muchos, la gente local de una isla como La Graciosa andaba todos los días con esos baldes de agua en busca de al menos unos pocos litros de agua potable

 

para hacer la comida y alimentar a los animales. Iban desde el pueblo hasta el centro de la isla en busca de la necesidad, y quisieran o no, desde niños, no tenían otra opción.
Cuánto mas fácil sería si al menos tuvieran un compañero fiel, o te pudieran llevar de acompañante en bicicleta.
En el camino, como en todo, hay que cargar muchos baldes de agua, y cuanta más sed, más tendrás que cargar.