PROSPECCIONES ¿SÍ O NO?

Jorge Dorta

Petróleo sí o petróleo no parece una cuestión sencilla de responder pero en realidad es una pregunta extremadamente compleja. 

 La respuesta, como en tantas otras ocasiones, es “depende”. Depende de cómo se haga, depende del modelo de explotación, depende de para quién sean los beneficios y depende del  uso que se le de a esos beneficios. En esta columna voy a exponer los requerimientos que a mi entender harían falta para poder decir sí a la extracción de petróleo en Canarias.
Mi tesis fundamental es que los recursos naturales de un país son propiedad soberana de sus habitantes. No solo pertenecen a las generaciones actuales sino también a las generaciones futuras. Como dice un antiguo refrán indio, la Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos. 
Todo país con recursos naturales ha de responder a dos preguntas. La primera es cómo obtener el mayor valor posible por dichos recursos. La segunda es cómo usar esos ingresos para desarrollar el país. Para poder decir sí al petróleo, deberemos contestar favorablemente a ambas preguntas. Cualquier sombra de duda, cualquier falta de transparencia, cualquier ambigüedad o cualquier cuestión dejada para “más adelante” debería resultar en un NO rotundo a las prospecciones y a las extracciones.
Bajo la ley de minas española, –la más favorable del mundo a la compañía explotadora– Canarias obtendría el peor precio posible por dichos recursos. Lo que el gobierno español está proponiendo es que Canarias asuma el riesgo para que otros se lleven el beneficio. En otras palabras, el expolio de nuestros recursos naturales  que se repartirían Repsol, el Estado español y los políticos involucrados en otorgar unos permisos ilegales como ha explicado el abogado Javier Díaz–Reixa. 
El argumento de “más adelante se pondrá un impuesto” es una burda falacia. Bajo la Constitución española Repsol tendría unos derechos adquiridos y la retroactividad de la ley sería imposible de aplicar. Por tanto a Canarias no se le está proponiendo un desarrollo sino un expolio y no solo nos estarían robando a nosotros, sino también a las generaciones futuras.
La segunda cuestión a resolver es qué hacer con los ingresos provenientes del petróleo y cómo usarlos para desarrollar el país. Que yo sepa nadie se ha molestado en explicar este punto. Si no se tomaran las medidas adecuadas se caería muy fácilmente en lo que se denomina la maldición de los recursos naturales y lo más probable es que ese dinero terminase llenando los bolsillos de políticos y oligarcas corruptos. 
Además, si el proceso no se gestiona correctamente se generarían más desequilibrios económicos y sociales, como por ejemplo procesos inflacionistas que afectarían negativamente al resto de sectores de la economía. Canarias a día de hoy sigue formando parte del Estado español por lo que no puede ajustar ni los tipos de cambio ni los tipos de interés al carecer de una moneda propia. Esto hace todavía más complicado el manejo de la situación
Existen modelos que permiten resolver el problema de la maldición de los recursos naturales y convertirlos en una bendición. Quizás el modelo más famoso sea el modelo noruego que consiste, entre otras medidas, en crear unos fondos de inversión públicos denominados fondos soberanos. Esta solución permite evitar los efectos negativos sobre la inflación al tiempo que impide que el político meta la mano en la caja o use el dinero de forma populista para ganar las próximas elecciones. 
En España esto sería imposible. Por ejemplo, habría que definir la titularidad de los beneficios del fondo soberano, ¿solo para los canarios o para cualquier europeo que decida tener su residencia en Canarias?  ¿o para todos los españoles tengan o no su residencia en Canarias? Porque somos así de fantásticos y generosos, mientras que sufrimos un 32% de paro y las mayores tasas de miseria de un Estado que bloquea nuestro desarrollo. Otro punto sería cómo se va a incrementar la gobernanza pública y como se va a solucionar los conflictos de interés que se producirán con el Estado español.
¿Creemos realmente que las instituciones canarias están preparadas para esto? ¿Creemos realmente que tenemos un sistema judicial que nos dé garantías? ¿Sabes que tienes que hacer para acabar con la corrupción? Si la contestación a alguna de estas preguntas es no, o si tienes la más mínima duda, entonces mejor dejemos el petróleo donde está.
La única forma de decir sí al petróleo sería que la mayor parte de los beneficios se quedasen en Canarias y que se favoreciera un desarrollo industrial en manos de canarios y que los fondos soberanos fueran gestionados por Canarias para servir a los intereses canarios. ¿Cómo vas a generar un desarrollo industrial, comercial y financiero en Canarias si ni siquiera tienes la capacidad de agrupar el ahorro propio al carecer de entidades financieras? 
Además, se necesitaría responsabilidad y seriedad fiscal, meter los ingresos del petróleo en un fondo soberano del que el gobierno solo se pudiese gastar los intereses que generase las inversiones del fondo, como en Noruega. Sería necesaria una autentica revolución en Canarias, es decir, la completa transformación del tejido social de la sociedad isleña. Sería necesaria también una modificación de la naturaleza de las relaciones con la Unión Europea pasando de la integración como región ultraperiférica a la asociación como PTU, (Países y Territorios de Ultramar) así como un cambio del marco de relación con el Estado español. 
La única forma de conseguir que el petróleo suponga un beneficio para Canarias y la oportunidad de solucionar nuestros desequilibrios económicos, sociales y ecológicos sería mediante una transformación social que desemboque en un proceso de descolonización e independencia. Desde la lógica económica la independencia es la única solución tal y como expuse en mi libro Canarias con Futuro hace ya dos años. 
 
En resumen, petróleo sí, pero así no.