MAPA DE OLAS DE LANZAROTE
Ella es Monserrat Domínguez, dirige un programa de radio de fin de semana en la cadena SER. Con dos dedos aguanta un bolígrafo, mira a su invitado, relee el guión, se acerca al micrófono y pregunta...
– Debo reconocer que cuando menos es un nombre bastante poético, ¿qué quiere decir eso del Mapa de olas?.
A Daniel se le ladea la cabeza para la izquierda como si las ideas que le van a venir ya hubiesen elegido el camino, como si por fin hubiese encontrado el recorrido más corto entre la chispa y la palabra. Con un discurso pausado el hombre hace, sin meterse entre números, un breve paseo por los resultados de un estudio con el que se quería saber cual es la potencia que tienen las olas del mar que rodea a la Isla: un encargo sencillo, que terminó alcanzando una dimensión mediática cuanto menos curiosa...
No quiero resultarte chulo, ni presuntuoso, preferiría que entendieras que uno vive el bloqueo del “náufrago del chiste” (que también puede ser náufraga): ese/a que después de pasar un par de meses con la mujer/hombre de sus sueños en una isla desierta nota que empieza a aburrirse, que le falta un “algo”. Así que se le ocurre pedirle a su otra mitad que se disfrace (si fuera mujer de hombre, si fuera hombre de mujer), para después, una vez disfrazado/a, sin pensarlo dos veces, con una sonrisa renacida, preguntarle eso de ¿a qué no sabes con quién estoy saliendo...?
En cierto modo, lo que nos pasa a la gente que hemos trabajado en el Mapa de Olas de Lanzarote es que ha despertado en nosotros una urgencia por contarlo. Por explicar que el recurso energético renovable más estable, más predecible y a la vez el más potente lo tenemos en el mar que nos rodea, y que los números que tenemos son realmente buenos.
Supongo que serán cosas mías pero hay un detalle que no deja de asombrarme: imagínate que estás en el Parque eólico de Los Valles, justo debajo de uno de los molinos. Si no has ido, acércate un día, te pido que mires a uno cualquiera de los rotores, mira la altura, cuarenta metros de bicho. Y ahora otro número, cada rotor es capaz de producir 850 kW de energía en una hora de funcionamiento (y de viento), supongo que ya sabes que hay molinos más grandes.
El asunto es el siguiente, entre el montón de información que tiene el estudio del Mapa de Olas aparece el registro de mayor potencia: una ola que llegó a medir más de 9,5 metros de altura y que tenía una fuerza de 860 kW por metro lineal de ola. Es decir, vamos a reubicarnos, en un sólo metro de una única ola hay tanta energía como la que puede producir un molino de viento durante una hora.
Es una pena que este artículo coincida con en el mes de mayo, uno de los más tranquilos del año, porque podías leerlo mirando como explotan las olas en las costas de la Santa o en las costas de Mala, pero bueno, volvamos a la ola y al molino. Si el temporal de olas durara una hora (¡Dios no lo quiera!), la energía que recibiríamos en un solo metro de frente de ola sería algo así como 258 MW de potencia, casi la misma potencia que necesitamos para resolver las demandas de nuestro sistema energético.
Salvando la anécdota de la ola más grande, el resultado del “Mapa de Olas de Lanzarote” guarda datos más curiosos, el primero es que tenemos, como le pasa a cualquier barco, un mar de dos intensidades, la de barlovento (que es la cara Oeste de la Isla), y la de sotavento (que es el litoral que está en la cara Este). Las potencias medias obtenidas oscilan los 30 kW por metro de frente de ola y un valor medio de casi 15 kW por metro en la cara Este. Unos resultados que confirman que estamos en el segundo mar más intenso del estado español, justo después del mar de Finisterre, y más fuertes que el mar del resto de Islas de los dos archipiélagos.
Unos números que explican mejor por qué los del Erickson vinieron a entrenarse a Lanzarote para su vuelta al mundo, y que sirven para que la isla sea un emplazamiento ideal para la prueba de equipos, de prototipos que aprovechen la energía de las olas.
Porque a día de hoy pasa una cosa muy curiosa, y es que buena parte de las empresas y de los investigadores no han encontrado su mar de pruebas. La tecnología que hay se produce en los países del Norte de Europa y las pruebas en mar abierto son costosas y enormemente complejas.
En este momento hay mucho desconocimiento de qué es y cómo funciona un cable submarino, de cómo puede mantenerse mejor un equipo, de cuáles son los mejores materiales, las mejores formas.
El desarrollo de sistemas de captación de energía del mar está en plena ebullición, estamos en una carrera por alcanzar el formato más eficiente.
Un instante apasionante en el cualquiera puede aportar la solución definitiva, un momento de excitación que recuerda el que se dio a comienzos de siglo XX, cuando se probaban todo tipo de ocurrencias para inventar eso que después se llamó avión. Una carrera de tropiezos y soluciones en la que se acumuló, a lo largo de la historia, las aportaciones de cientos, de miles de personas que quisieron volar antes...
Nadie se iba a imaginar que el primer hombre que voló en avión era un fabricante de bicicletas, pero lo realmente curioso es que si ese montador de bicicletas no se hubiese puesto nunca, a lo mejor hoy todavía seguiríamos mirando sin entender los dibujos de Leonardo da Vinci.
Un precedente que da la razón a quienes lo intentan.
Lo más normal es que para cuando se haya pasado la pandemia de la gripe porcino–mejicana, o si no, para cuando se haya superado la pesadez de esta extraña crisis para pobres y endeudados, será inevitable la llegada de ese instante en el que nos parecerá normal que la energía que usemos provenga del mar, lo veremos tan fácil cómo que nos va a costar entender que hayamos tardado tanto tiempo en usarla.
Con “El Mapa de Olas”, el Cabildo de Lanzarote acaba de levantar la mano para decir que estamos aquí, que tenemos un mar potente y necesitamos su energía, que queremos que los sistemas energéticos se prueben aquí, que queremos ser los primeros en utilizar la fuerza del mar.
Alejandro Perdomo
Asesor del Área de Energía de la
Consejería de Industria del Cabildo de Lanzarote