LA TRANSMIGRACIÓN DEL PUERTO
El poema acróstico que Agustín Espinosa le dedica a Puerto de Naos en Lancelot, 28°-7°, se reencarna en este poema en prosa con el que Leandro Perdomo abre el capítulo de La Puntilla en El Puerto de La Luz. Veintiséis años separan estas obras, son autores distintos, otros puertos y otras islas, pero en el fondo, más allá de las corrientes y los ismos, el mismo océano los baña, hablan de las mismas cosas, un agua idéntica los salpica. Si acaso, Leandro, con sus roncotes, humaniza la geometría pura de Espinosa.
Pensión de veleros.
Úlcera de Debly.
Exposición de mástiles.
Redondel azul plata.
Taller de Lorena.
Oasis del óceano.
Diccionario de jarcias.
Espejito de calle, de la luna.
Niñez de lago.
Aprendiz de puerto.
Oficina de África.
Sabañon endémico del Atlántico.
Agustín Espinosa
Rincón, recodo, reducto porteño de austeros hombre de la liña, la nasa, el anzuelo y el ron. Balcón oceánico. Mirador de ahogados. Refugio playero de barquitos por oriente, consuelo de bañistas y, virando al norte, perfil rocoso donde la caña apunta y las olas refrenan sus embates. Balneario de roncotes. Morada de rocontes. Olimpo -no edén-, bajel, fortaleza, prisión, lazareto de roncotes. La Puntilla condensa, sin duda, la expresión más entrañable y fiel del alma marinera de la urbe.
Leandro Perdomo