En memoria de Juan Baztán
A veces la vida, marea que es, te acerca jallos maravillosos que son personas. Una preciosa ola nacida en la playa de Famara, hace quince años, llevaba un investigador en su costado. Se llamaba Juan Baztán. Arribó en la arena, tímido, sonriente, respetuoso, ensalitrado. Nos preguntó, ¿podemos hacer algo juntos? Sus dedos atrapaban unas bolitas blancas y grises. Son pellets, nos dijo. La materia prima con la que se hace el plástico.
A partir de ahí nacería una maravillosa colaboración entre su ONG, Marine Sciences for Society y la Reserva de la Biosfera de Lanzarote con el objetivo de dar a conocer la problemática mundial y emprender acciones. Entre las más complejas e importantes, la organización en 2016 de la primera Conferencia Internacional sobre microplásticos. Luego vino la conferencia de 2018, y en pandemia, las celebradas de forma virtual en 2020 y 2022.
Entre conferencia y conferencia, proyectos, ideas, artículos, propuestas. Cada martes una reunión. Y llegó el día que nos preguntó, ¿estamos con fuerzas para celebrar la V Conferencia Internacional presencial en Lanzarote? Hablaba en plural, cómo si no se construye el nosotros, el futuro. Se refería a la última, porque creía necesario abrir una nueva etapa, pero también porque, por fin, se trabajaba en un tratado internacional para reducir la contaminación plástica. Sabemos mucho, nos faltan políticas.
Imposible no querer trabajar con Juan, imposible decir no al futuro, a la cordura, la ciencia ciudadana, a un planeta sano, a la colaboración, la cooperación... a la esperanza. Y en mi libreta quedó anotado un esquema de números y palabras. Sesenta investigadores constituyen el Comité Científico; 350 científicos trabajan en el nuevo Tratado de la ONU, de estos, catorce forman parte del grupo puente con Micro 2024. Cinco días, tres salas simultáneas para albergar 750 comunicaciones, la exposición de 250 pósteres, treinta grupos de trabajo para dar cabida a 250 charlas itinerantes... Y paralelamente una sala complementaria para albergar Voces del Territorio. Lanzarote y la CIENCIA, El Charco de San Ginés, ojo mundial de la investigación sobre la polución plástica.
Juan Baztán pisó Lanzarote con una semana de antelación a la V Conferencia. Estaba feliz, cenó espaguetis a la carbonara mientras narraba con humildad sus incursiones por la ciencia compleja. Comentaba inquietudes y cerraba agendas. Siempre llevaba consigo un lápiz y un papel; una simple libreta minúscula contenía su compromiso con el planeta.
Y llegó el lunes 23 de septiembre, cientos de científicos y científicas procedentes de todo el planeta se agolparon ante las mesas de recepción para recoger sus acreditaciones. Inauguración, plenario y comunicaciones. ¡Guau, todo ha empezado bien! Aplausos. Todo va bien. Cómo no iba a ir bien si en su forma de ser no cabía la exclusión y en las reuniones de coordinación participámos todos, incluida la señora de la limpieza. Veló celosamente por cada detalle. Nos abrazó cada mañana, nos preguntó cómo estábamos.
Pero una ola vino a buscarlo, justo cuando se clausuraba con éxito Micro 2024. Se lo llevó a otros mundos donde no hay ni macro, ni micro, ni nanoplásticos. Parece todo tan extraño y macabro. La última frase que le oí decir fue algo así, ¡valiosa la comunidad científica!
La tarde del viernes 27 de septiembre tendría que estar disfrutando del trabajo bien realizado, subido al escenario, soñando con su regreso a Francia. Pero la vida a veces nos vuelve a recordar con insistencia que somos vulnerables, mortales. Una parte de él se quedó en La Graciosa. Muriel, su joven y valiente mujer, ofrendaba al mar una parte de su cuerpo hecho cenizas. “Tu última bolsa de plástico Juan”, dijo.
Juan, gracias por todo, sabes que todo salió bien, que te aplaudimos y que te hemos llorado. Millones de lágrimas siguen llegando al mar que te llora. Ojalá pudieran disolver el plástico.
Ilustración: Fernando Barbarin