arquitectura y patrimonio

Bárbara Müller

Las sensaciones que me trasmiten estas imágenes en blanco y negro me sirven como excusa para reflexionar sobre el paso del tiempo. Sobre cómo nos enfrentamos a la arquitectura, a la ciudad como suma de partes. La arquitectura es un organismo vivo que deja rastro, en constante transformación y evolución.
Es la arquitectura la encargada de crear y conformar esos espacios de intercambio entre lo tuyo y lo nuestro, lo propio y lo común. La delicada relación entre la arquitectura de siempre y la actual. No imitándola, repitiéndola, sino todo lo contrario aprendiendo a leer sus huellas. Estudiar el porqué y el cómo y a partir de allí proponer nuevas soluciones que se fusionen, se enfrenten, se superpongan, que convivan con lo pretérito, que creen un nuevo estrato, una nueva capa, una nueva huella.
Teguise, una villa con historia o la historia de una villa… siglos que crean vetas de la memoria desde 1418 hasta hoy.
La fachada es una epidermis viva, algo más que un plano en contacto con el exterior. Un espacio de transición con múltiples posibilidades de metamorfosis.
Pieles que conforman fachadas. Pieles mutantes, las ventanas, que, según el viento o el sol, entreabiertas y cerradas dejan que imaginemos que hay detrás, que espían, que intercambian, que “festejaron a muchas mozas”… que observan. Son ellas también relaciones, entre el interior y exterior, son espacios de paso.
Ventanas y cuarterones que juegan al escondite con el sol y la sombra, con los patios interiores y las calles… que crean imaginarias autopistas al viento que refresca nuestras casas. Huecos que varían según sea el punto cardinal, se empequeñecen con los alisios, se engrandecen al sol del sur.
Los materiales propios de la isla o ajenos construyen hogares y lugares. La cantería lanzaroteña en la parte central de las fachadas, engalanan también ventanas o esquinas. Nos dan la bienvenida, nos invitan a entrar, escalones de las puertas. Sin embargo la madera viajaba en barco desde Gran Canaria, Flandes o la Península, trueque de cal y piedra caliza. En su conjunto son marcas que evocan un tiempo y un momento.
Trozos de otra historia, también en la Villa, es la Iglesia de Guadalupe, que resurgió de las llamas no una, sino más de cuatro veces, se reconstruyó después de ataques argelinos, turcos o ingleses. Desde el siglo XV hasta 1909 fue resurgiendo y transformándose. Cada época sedimentó partes del todo, del ahora. Arquitectura por capas, por estratos temporales.
La rehabilitación nos da la oportunidad de crear nuevos recuerdos, nuevos testimonios, nuevas pieles que conviven con las del pasado. Un encuentro entre ayer, hoy y mañana. Pieles cambiantes que siguen entreteniéndose con el viento y con el sol. Materiales nuevos de aquí y también de allí que fabrican, que dejan huella.
Componer lugares donde colocamos una al lado de otra, una sobre otra, nuevas formas, nuevos materiales. Superposiciones que compartan la historia y crean una nueva.
Arquitectura y patrimonio… arquitectura de antes versus arquitectura de ahora. Yo prefiero simplemente arquitectura

Bárbara Müller, arquitecta y urbansketcher
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