MONSTRUOS MARINOS
Los océanos son un fértil misterio; es tanto lo que se desconoce que ha inundado en incontables ocasiones las cabezas más ilustres de la humanidad. El océano, como el universo, es el lugar más insondable de nuestro planeta, el que nos proporciona un mayor desconocimiento sobre sí mismo y, por tanto, el mayor de los estímulos: enciende nuestra imaginación. Una de las temáticas más fascinantes con la que siempre hemos fantaseado es el enigmático mundo de los monstruos marinos en sus más diversas variedades. Los creadores de criaturas extrañas aprovechan nuestra ignorancia para concebir a esos engendros singulares de tan variadas e inquietantes formas.
Estábamos acostumbrados a que los libros y el cine clásico nos presentaran a los seres marinos mitológicos como engendros terroríficos y monstruosos, exceptuando quizás a las sirenas, criaturas en apariencia mucho más delicadas pero en el fondo igual de terribles. Los fondos marinos más accesibles y ahora los abisales e insondables siguen alimentando nuestra sed de misterio, miedo y fascinación. ¡Cuántas veces nos ha parecido que un documental marino parecía hablarnos de seres extraterrestres!
Son los autores actuales los que nos presentan al fin una nueva criatura marina quizás más humanoide en formas pero sobretodo en sentimientos y afabilidad. Así, Guillermo del Toro, en su oscarizada "La forma del agua", nos descubre a un monstruo anfibio humano que, ocultando la repugnancia, consigue enamorar a una mujer. Esa criatura extraña ya no es el despiadado ser a temer y el que castiga con pesadillas nuestras noches sino que, por el contrario, queremos que se nos muestre aún más y con el tiempo no descartamos llevarlo con nosotros a casa.
Albert Sánchez Piñol, quizás nos los ponga algo más difícil al principio con esas criaturas anfibias en su novela "La piel fría". Sus seres marinos se presentan a lo largo de la historia en grandes manadas que aterrorizan y tratan de acabar con el humano. Pero, según nos adentramos en las páginas del libro y descubrimos a la coprotagonista Aneris, y nos preocupamos de estudiarla y comprenderla, los monstruos anfibios se vuelven más complejos y su terrorífica actitud tiene otra explicación.
Los monstruos marinos han ido cambiando con los tiempos, con mayor o menor fortuna. Siempre nos han aterrorizado esos feos animales que de los fondos más profundos de los océanos aparecían en documentales o películas, y los autores de cine o literatura se encargaban de darle una vida propia para que nos resultasen aún más repulsivos. Hoy vemos en ellos otro tipo de criaturas que, sin llegar a ser humanas, comparten algo con nosotros, seres evolucionados, que nos conectan con nuestro pasado remoto, y podemos llegar incluso a tomarles cariño.
Pero nunca nos fiemos de ellos, pues muchas veces detrás de una bella sonrisa puede encontrarse el ser más malvado.