MEDUSA

Nuestra protagonista vivía en una pequeña localidad costera del sur de Francia y a pesar de las veces que su humilde familia trataba de acallarla y llevarla por el buen camino, Medusa nació adelantada a su tiempo y con apenas dieciocho años ya exponía claramente sus deseos sobre los derechos que debían de tener las mujeres para que se convirtieran en seres con los mismos beneficios que los hombres.
En aquellos años, Francia andaba muy revuelta y la gente optaba por acallar sus pensamientos y solo expresarlos en voz muy baja cuando uno se encontraba en el lecho y la luz del candil se consumía.
Medusa nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela pero no por ello dejaba de leer todo lo que le caía entre las manos. Su pasión era bajarse hasta la playa con algún libro prohibido que tomaba prestado del aparador de la casa del señor donde limpiaba. Más de una vez se quedó dormida envuelta entre sus sueños para despertarse más tarde, cuando la marea terminaba empapando sus calcetines.
En más de una ocasión Medusa fue acusada de ser la viva imagen del pecado, especialmente aquella vez que fue descubierta besando los labios de aquel chico que tanto le atraía. Sus padres, viendo en el convento la única vía de escape para redimirla de su adulterio, trataron de convertirla en mujer religiosa. Medusa no lo aceptó y por ello escapó de casa. Nunca hubiera soportado estar encerrada y acatando leyes que no iban con ella. Cuando días más tarde apareció sucia y hambrienta por una de las calles de la aldea, sus propios vecinos la escupieron y la acusaron sin juicio alguno de bruja y adúltera.
No despuntó un nuevo día para Medusa. Tomándose sus vecinos la justicia por su mano, su cabeza rodó por los suelos al ser cortada en esa oxidada guillotina. El alcalde cogió la cabeza y la lanzó al mar ante la llorosa mirada de su madre, la seriedad de su padre y el silencio de los aldeanos. Su cuerpo ni siquiera fue velado.
La cabeza de Medusa flotó en las aguas hasta comenzar a hundirse en el fondo. Su cabello enmarañado parecía hecho de finas serpientes que se agitaban en las aguas.
La muerte de Medusa fue, como la de tantas mujeres de la época, silenciada, olvidada y sepultada.