MÁS ALLÁ DEL GRAN SILENCIO
Callaron todos los principitos para siempre. No hubo más planetas en su privada galaxia, ni más flores solitarias, ni pétalos de rosas, ni acaso lunas. Callaron al unísono cuando cesó el rugir de los motores y el agua apagó los gritos de Antoine de Saint Exupéry. Cesó para siempre.
Atrás quedaron los pequeños planetas inventados y desiertos que en su día supo escribir para nuestro deleite. A partir de ahora el mar sería su nuevo hogar, su templada y ciega eternidad.
Nuestro cielo y ese mar siempre habían hecho muy buena pareja. Cuentan que incluso, en el horizonte, llegaban a desposarse uniendo sus azules. Cuentan, que los intrépidos expedicionarios que osaban llegar hasta tan lejos, no sabían diferenciar entre el agua de la lluvia y la del mar. Nunca sabían si seguían en el cielo o por el contrario, flotaban sobre las aguas de algún desconocido océano.
Antoine de Saint Exupéry amó ese cielo que todos vemos y por ello, no cesaba en el empeño de tocarlo con la punta de sus dedos siempre que podía. Su afición a volar le había llevado a rasgar el cielo en infinitas ocasiones, tantas, que su nombre estaba tatuado en las nubes.
La última vez que pilotó posiblemente sobrevoló muy cerca del horizonte lejano, y acompañado por su bimotor, se enterró en ese silencio que produce —cuentan— el fondo del mar.
En ese fondo de mar se vislumbra lo que un día le subió hasta lo más alto, mientras las oscuras y frías aguas del océano lo acogen sin tener en cuenta que allí hubo un espacio vacío. Hoy, refugio de peces más débiles, aparece el aparato viejo, callado e indefenso.
Ahora, el esqueleto de aquello que fue, permanece casi sepultado y las páginas de El Principito se llenan de escépticos lectores mientras nacen nuevos días. No importa si el mar moja las hojas mientras cada una de las letras entretejen la historia de aquel niño que pintó corderos y flores que se despiertan despeinadas.
El mar calla y acoge. El mar ahoga las historias y sólo él sabe la verdad. Quizás algún día, este mar, escupa los últimos capítulos de aquellos escritores que se atrevieron a escribir la biografía de Antoine de Saint Exupéry y dejaron sin terminar.