VAN AL AIRE
El viento; la playa otra vez, una gaviota, un adiós, el viento; una ola, la caracola que te enseñé, el viento; un hasta luego mejor, otra ola, una sonrisa, me la guardo en el bolsillo, los pies llenos de arena, el viento; la caracola es para ti. Las manos frías, el aire salado, me quedo también con aquella mirada, si te parece bien, la voy a atar para que no se la lleve. El viento.
Porque el viento y el aire están llenos de sonrisas, de miradas sin dueño que un día fueron regaladas y no encontraron donde posarse. Demasiado bonitas, demasiado tímidas, llenas de sentido, a veces despreciadas, a veces ignoradas, a veces esquivadas por no saber donde ponerlas. ¿Donde irán a parar? ¿Es el aire el vertedero de los sueños rotos? ¿Dónde se acumulan? ¿En qué se transforman? Como este mensaje, que navegará en el mar dentro de una botella, sin destino, sin dueño.
Ahora una gota de agua, el viento; arco iris y nubes; el agua; se arrastra, escurre por mi cara, está en la barbilla, tiembla un poco por el viento que la azota. El agua. El viento. Se desprende y cae sobre el pié lleno de arena. Agua y arena. Pero sigue siendo una gota, parecida a las esferas de cristal que contienen escenas invernales y que al agitarlas parece que nieva. El agua. Los granos de arena ahora nadan dentro de ella, un poco alborotados por la violencia de su aterrizaje, los acoge en su interior…resbala desde el pié y se pierde en el suelo, devolviendo la arena a su sitio original y el agua, se escurre entre ellos. El agua; nunca para de fluir, como las miradas y las sonrisas de las que te hablo. Se pierde. La gota de agua. La tuya, tu sonrisa, sigue en mi bolsillo, es cálida y abriga mis manos heladas. Mira al suelo. La arena, el agua y el viento.
Otra gota, llueve, muchas de ellas vuelan con él. Con el viento. Se dejan impregnar de más miradas y sonrisas huérfanas. Ahora una está en tu mejilla, una gota, varias en tu frente. Mira al cielo. Levanta las cejas y abre la boca. ¡Sonríes! Alguna veo colarse entre tus dientes, ahora forman parte de ti, como la que volvió a la tierra, como las que caen sobre el mar… ¿de donde vienen? ¿Qué han sido? ¿En qué se convertirán? Son un flujo incesante, se transforman, dan vida y también la quitan, construyen y destruyen, circulan por la vivo y por lo muerto, incansables, han sido tantas cosas…tienen tanto que contar…como los gestos, como las miradas, como las sonrisas…
La que fue a parar a mi cara, antes de resbalar y caer me contó que hacía algún tiempo había formado parte de un pez de colores, que había sido flor y fruto; que había sido semilla devorada por un pájaro hambriento con el que voló y al que alimentó, la llevó a ver otro horizonte; y fue pluma también; para luego volver al suelo y a otro árbol diferente. Me contó que circuló por sus raíces y sus ramas hasta llegar al retoño más joven, que había sido respirada por el aire cálido y arrancada de la superficie de la hoja más verde para volver a las nubes. Al aire. El agua y el aire.
Agua para la tinta con la escribo así, un mensaje para una botella. Con agua impregnada de historias, de sonrisas frías, miradas extrañas, azules, cálidas, cansadas, buenas y malas, profundas, de todos los que no las quisieron o las dejaron escapar…o aquellas que simplemente merecieron ser libres. Agua impregnada de vida, de fluir.
Respira el aire y sonríe. Ésta, es para ti.