LA NO MADRE

USOA IBARRA


“No me nace que nadie me nazca”. Esta frase la he repetido en la barrera de los cuarenta demasiadas veces. La uso cuando me preguntan si voy a ser madre. La uso para sentenciar que el no serlo no es una ocurrencia pasajera, sino una determinación reflexionada. Podría decirse que esta frase es lo único que ha germinado y crecido en mí con tanta fuerza como algo orgánico. Y mientras unos piensan que mato mis opciones de “que me cambie la vida”, de “desarrollar todas mis facetas”, “de crear mi proyecto más personal”, yo río un poco por dentro, pensando que nada de eso es exclusivo de la maternidad, o al menos, por no ser tan categórica (porque el tema que nos ocupa es muy subjetivo) a mí no me lo parece.
Tampoco se lo parece a mi pareja, lo que me aporta libertad para vivir sin remordimientos el camino elegido. En mi dedo llevo un anillo que representa un nudo a medio hacer, y que es un guiño a nuestro matrimonio: simboliza la alianza de dos caminos que se unen y, que al mismo tiempo, se bifurcan para poder seguir extendiéndose por separado. En otras palabras: un nudo que no aprieta.
Para mí el matrimonio o la maternidad no deben ser considerados roles que partan de una concepción social o cultural, sino formas de establecer relaciones humanas, y en este caso, cada cual debe expresarse en su propio código y establecer sus propias reglas del juego.
Desafortunadamente, crecemos con unas creencias sobre la felicidad muy deformadas e incluso tan generalizadas que, ya de partida, parece imposible que vayan a servir para todos. Por eso, cuando existe una dicotomía entre los mensajes que recibimos y lo que verdaderamente sentimos, mi consejo es parar y escucharnos para no acabar en el saco de los muñecos rotos.
Y si no estamos estandarizados, ni hechos de la misma forma, ni para las mismas cosas, ¿por qué tenemos que plantearnos la maternidad como una última meta?
Prefiero pensar que el sentido de uno mismo se revelará a partir de su propia existencia, y no a partir del tic-tac de un reloj biológico.
Mi deseo de no ser madre lo revelo sin tapujos, pero me gustaría saber cuántas madres hablan de su maternidad sin ponerse la máscara, esto es, sin edulcorantes, sin intentar idealizar su situación. Puede que si se fuera más realista en este concepto, se sería más reivindicativa y menos autocomplaciente.
Firmemente creo que el verdadero cambio de paradigma femenino llegará de la mano de esas mujeres, sean madres o no, que empiecen a hablar claro, que tengan una voz apegada a la realidad y no a las creencias impuestas. A partir de las madres arrepentidas, quejicas, frustradas, estresadas, desesperadas o desilusionadas podemos construir una sociedad más igualitaria y también más sana. Se podrá abrir camino hacia la conciliación personal (porque defiendo que no hay que ser madre para poder exigir horarios laborales más razonables) y quizás muchos vean el ser padres de una forma más atractiva y no como “una tarea extra”. Es decir, presionar a los gobiernos para que permita unas circunstancias más favorables para tener hijos depende de toda la tribu, pero especialmente, es más creíble si parte de los que ya viven esa experiencia.
También creo que la rebeldía reivindicativa ayudará a que se acabe con mitos muy interiorizados, más cercanos al romanticismo de ficción que al pragmatismo, que no permiten a las mujeres plantearse con libertad quiénes quieren ser más allá del statu quo que impone el género. Y si logramos esto, la vida significativa no tendrá que estar cosida a “ser madres por exigencias del guión”. Ni tampoco tendremos la sensación de que tomar ciertas decisiones nos lleva a elegir entre el plano familiar y el profesional.
Ahora bien, para que se den las bases de este cambio, primero hay que romper el silencio y los tabúes. Mientras sigamos obligando a la gente a encajar en un patrón, creceremos entre líneas rojas e hipocresía. Yo no deseo tener hijos simplemente porque no siento la necesidad ni el deseo de tenerlos, pero los que los tengan espero que los eduquen más allá del mapa único, porque la vida te permite abrir multitud de nuevas rutas