CONTEMPLA Y ¡CUÉNTAME!
Podría ser tierra o viento, podría incluso ser mar; podría ser ese ensueño que me acompaña cada noche desde que era niño, cuando las noches se vuelven tan oscuras sin estrellas y en el que sobrevuelo la vida de todos y consigo navegar sin barco y sin agua y volar sin aire. Sin rumbo. Podría ser el conjunto de los sueños de todos los habitantes de cualquier planeta diminuto envueltos en agua, en aire, en nubes azules en lugar de blancas y algodonadas. Podría ser un dios bonachón y barbudo o un niño negro que juega solo mientras espera que alguien le tire la pelota y así convertirse en el Leo Messi de su pueblo. Podría ser ese momento que está por llegar y que si llega dejará de ser utopía; podría incluso no llegar pero sería igual de hermoso porque sería mi momento.
Podría tener lugar en cualquier instante aunque yo no estuviera, pero estoy seguro que tú, más tarde, me lo contarías. ¡Por qué ocultar algo tan hermoso!
Sea o no sea, míralo con detenimiento y descríbeme qué ves. ¿No te parece magnífico? ¿No crees que podrías alcanzarlo con la punta de tus largos dedos aunque al final jamás lo lograrás? Lo más increíble es que siempre estará ahí para que lo contemplemos y si acaso un día amanece nublado en tu despertar, seguirá estando de alguna forma para que recrees en ti otra mañana más llevadera, donde el café sepa realmente a café y donde los buenos días vengan siempre acompañados de sonrisas para que de una vez por todas sean auténticos buenos días.
Mira atento... ¿no crees que debajo de esa capa transparente puede haber un mar? Un mar. Una especie de océano de actividad mental cargado de ideas. ¿No te da miedo? ¿Y si acaso esas ideas se escapan y consiguen envejecer aún más esos rostros absortos que dejan pasar sin más el tiempo esperando la muerte? ¿Y si, al contrario, cierro los ojos y al abrirlos ese océano se convierte en un mar gigante donde el agua sólo es agua y donde no hay otra vida que la propia vida del mar?
Pregúntate cuánto cuesta un sueño. Sueña el más caro y dime: ¿qué viste?, ¿no divisaste el mar? ¿Acaso no es enigmático su juego permanente con el horizonte?
Mira al mar. ¿No te parece bello sin necesidad de inventarnos nosotros otra forma de (a)mar? No supo jamás el hombre embellecerlo más de lo que ya estaba.