LA HABANA A José Hierro
De La Habana lo que yo más amaba era la bahía
esa imagen del mar con los barcos paralizados en el agua
y el paquebote azul que llegaba a la orilla cargado de melaza
y aquel hombre dando pan a los peces
y acariciando niños de mirada brillante
de pieles brillantes al sol y al calor del mes de julio
niños con mirada de pájaro
entrelazados a la cabeza de mi buen amigo Pepe
venido de las estepas al sur
de unos niños con gansos desplumados
sobre la calva brillante del más desterrado de los hombres
y el barco aquel que llegaba a la orilla de forma regular
cargado de rostros de cansancio de bicicletas viejas
y yo qué hago aquí con esta negritud insoportable
el corazón abierto como un melón.
Poemario: Mar de amores, 2002
ATLANTES
Aquel que una vez llevó el nombre de Atlante
yace ahora en el dique sin agua de la dársena
con el pantoque herido ya de muerte.
Allí esperan gigantes de otro tiempo
–ahora tristes y oscuros–
la llegada brutal del exterminio.
En el gran varadero se agrupan de costado
inmovilizados por el óxido y la sal
y esperan su destino desde hace largo tiempo
como viejos gigantes apartados del mundo.
Laberintos, catacumbas, sarcófagos de herrumbre,
los barcos en el muelle huelen siempre a alcanfor
al guardar ropa vieja en los armarios.
Son igual que los muertos del agua: boca arriba,
con los vientres hinchados, bogando por la espuma
como antiguos arcones de madera pintada.
Sarcásticos, mirones, guardianes de la noche,
sin ellos no habría lunas, ni peces voladores,
ni muelles, ni horizontes, ni amor a sotavento.
Poemario: Mar de amores, 2002
QUÉ INEVITABLE EL MAR
Qué inmensidad de islas, de volcanes,
de rostros sobre el muelle
y de barcas vacías...
Qué infinidad de noches sobre los mismos muros
de arena y caracolas.
Despertaré del sueño de forma incomprensible,
y dentro de la casa se formarán cadenas
de muertes incompletas.
Qué extrañas las costumbres: seguimos caminando
y ya nadie menciona los relojes de luz
ni las viejas esferas ni el papel sin renglones.
Los rincones abiertos se cierran al paisaje,
los hijos de lo hueco entrarán en la vaga
presencia de lo oscuro.
Y debajo del aire los niños dormirán
cubiertos por lo frío.
Poemario: Inevitable océano, 1982
PENUMBRA
Ha averiguado el nombre
que le ha correspondido
y se define ausente,
exiliada del sueño,
emigrante,
perpleja,
desgajada,
sin billete de vuelta.
Se declara sin fuerzas
y pide con vergüenza
un poco de ternura.
Que le devuelvan,
por favor, el mar.
Poemario: Penumbra, 1985