DULCE N. DE MARÍA

EN MI PLAYA

Bajo mí, cristales diminutos al viento,
gélidos en la noche y cálidos en el día.
dorada o oscurecida,
lienzo para mis dedos,,
perdiéndose las formas, con ellos construidas,
en el vaivén de olas danzarinas, llegando a la orilla.

Frente a mí, ondulantes movimientos,
a veces opacos, y otros, en destellos azules convertido,
rizado, encrespado, o hecho plato,
en corrientes hecho camino,
donde se pierden cantos de sirenas,
o donde sumerjo mis más profundas penas.

Tras de mí , insinuantes majestuosidades,
de estático movimiento, ¡ mas alberga tanta vida!.
platillo saliente del mar hecho plato,
ocaso del sol vespertino, emergido en la mañana,
gorriones revoloteando, atardecer de tonos violetas convertido,
laderas escarpadas, barrancos a la espera de adormecerse,
entre rayos de oro mecidos.

Sobre mí, ¡ ay sobre mí !, el infinito universo,
claros en ocasiones, y en otras ,
con nubarrones de grandes dimensiones,
y en la oscuridad siempre estrellados..….

Bajo mí, el silencio ensordecedor,
de los pasos que vamos dando día a día, y los aún no dados.
y en mí la dicha de sentirme una en todo,
en las penas y alegrías,
algunas veces encontrándome al osado sol,
y en otras a la osada luna mía.
Sueño, sí ,aún sueño,
ver a la mar, de la mano del mar cogida,
embarcándose al gran misterio de la vida.

 

ENCUENTRO DE MI CARACOLA

Te espero en la orilla de esta playa,
entregada a las radiantes caricias del sol y la luna,
las mareas me arrastran sin fortuna,
y sin verme puede que te vayas.

¿Como llegar a ti amado mío?,
tu triste melancolía en láminas de plata destilando,
nubla el susurro desde mi interior clamando,
la penas de mis angustiosas noches de soledad y frío.

Desde la profundidad del mar,
me aventuré a este viaje sin retorno por encontrarte,
tus suaves manos sobre la arena dibujaban obras de arte,
caricias ondulantes que a mi cuerpo nacarado querías regalar.

Caracolas y mas caracolas,
tardes enteras junto a la orilla donde rompe las olas,
anocheciéndote sin poderme encontrar,
exhausto te entregabas a las estrellas tratando de olvidar.

Me soñabas cuando pude acercarme a ti,
fortuito a veces es el destino,
un cangrejo ermitaño mi cuerpo acercó a tu corazón,
mecida en tu latir, el tino y la razón perdí.

El amanecer te encontró junto a mi lado,
risueño ante tu alma de enamorado,
no parabas de observarme, besarme, tocarme,
creíste por un momento que no era real,
transportándote en un dulce cántico al viento solo te dije;
tómame entre tus cálidas manos y llévame a tu oído,
pues he decirte que hay sueños que no quedan en el olvido.

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