Andrea BernaL

I
Entorpecida en cabo roto y verso suelto,
empujada por generaciones,
olvidaste un nombre y una lengua.
Tiraste de un cable:
No es el tuyo.
Sin saberlo abriste
cuando llamaron a la puerta:
Tu consonancia íntima,
veloz,
de regreso al lugar azul
escondió su temor blanco:
Huella de polvo,
mas persistente huella.

 

II
Ojos de faro ciego,
no den más vueltas constantes a la cintura del mar.

III
Ir al ultramarinos.
Nada que no sea mío en definitiva.
Todo lo enlato, lo congelo, lo rapto, lo modifico.
La aleta del pescado es mi brazo extenso.
Una niña quiere alcanzar una botella de leche.
La recogeré con mi brazo pez de su sillita.
Al llegar a casa/
39 grados habitarán en los brazos de este pez.
En la escalera, tres bolsas de cartón olvidadas
con un mar encogido que desconoce mi vida.

IV
Y quién dice que este reloj de las diez
seguirá dando las diez
tan levemente suave
para no incomodar a este mar ni sus gaviotas.

V
Torre de piedra,
caes,
caerás,
caeremos.
Tropiezo transparente:
También la espuma sucesiva se tropieza.

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