LA SAL

La sal ha sido un elemento vital a lo largo de la historia por su capacidad de conservar los alimentos, y su obtención ha supuesto siempre un importante núcleo de actividad económica y de recursos para los estados, como demuestran los impuestos sobre la sal de China, Francia (la famosa gabela) o los principados alemanes. 

El papel de las salinas en la isla ha sido bastante distinguido puesto que fueron el soporte fundamental para la flota pesquera que operaba en las costas africanas, y su sal también se exportó al resto de Canarias tanto para uso pesquero como en la alimentación. Para los hombres y mujeres de la Isla el trabajo en las salinas suponía además un complemento a la actividad agrícola, desarrollándose principalmente entre abril y octubre, cuando se realizaban entre doce y catorce cogidas o cosechas.
La actividad salinera llegó a ser tan importante, que junto a la instalación de hasta veintiséis salinas en el litoral de la Isla, especialmente el oriental, se produjo la creación en Lanzarote de un nuevo tipo de salina único en el mundo. Es la salina de forro de piedra y tajo compuesto. De hecho, los maestros salineros lanzaroteños fueron llamados para construir salinas en el resto de Canarias.
Las salinas de Lanzarote, como las del resto del mundo, destacan también por su capacidad de generar una rica biodiversidad en la que crustáceos, aves o algas conviven en armonía en un bello paisaje en el que la tierra, el sol, el mar y el hombre se encuentran.
La salina en Lanzarote conjuga agricultura y mar, naturaleza y hombre. Su estructura incorporó elementos constructivos de la cultura agrícola local, muros de piedra negra y terrazas.
Su estructura básica es la siguiente:
Los molinos, que son los encargados de captar el agua de mar, a través de un pozo y luego la elevan a los cocederos. Los cocederos son balsas de relativo tamaño con el fondo de barro, donde progresivamente se va concentrando el agua antes de pasarla a los tajos, que son los cuadrados de pequeño tamaño con fondo de barro, en donde se cristaliza la sal. Asociado a estos elementos aparecían los saleros, que almacenaban la sal hasta que se produjera su transporte.
La presencia de salinas en Lanzarote conformó un espectacular tablero de cuadros blancos que se localizaban en gran parte de nuestra costa. La pervivencia de algunas de estas salinas, así como el legado que han dejado con el paso del tiempo, hace que se hayan formado auténticos y singulares paisajes culturales.
Tipos de salinas en la isla
Las salinas naturales
Son zonas de charcos donde el mar llega de forma puntual a lo largo del año, lo que permite la solidificación del agua de mar que se queda en los charcos. Todavía hoy la población sigue recogiendo sal de estas zonas, un claro ejemplo lo encontramos en la costa norte de La Graciosa.
 
Las salinas de barro
Localizadas en zonas de costa llana donde se aprovechaba la subida del mar para canalizar el agua hasta los cocederos naturales, formados a partir de la acumulación de barro, desde donde se canalizaba hasta los tajos. Es el sistema más antiguo de salinas construidas siendo el ejemplo más representativo las del Río de Famara y las del Charco de San Ginés.
 
Las salinas de barro con forro de piedra
Son el claro ejemplo de la originalidad del habitante de Lanzarote. Su creación aportó al resto de las islas todo un ejemplo de la conjugación de elementos agrícolas adaptados para poder conseguir la sal. Nacen a finales del siglo XIX con el empuje de la industria pesquera y la necesidad de conservar las especies pescadas. Las salinas del Berrugo y las de Janubio son los primeros ejemplos de esta tipología y de ahí se exportan al resto de la Isla y de Canarias. Se introducen los molinos de viento y se adaptan las canalizaciones y los cocederos consiguiéndose una mayor producción y un paisaje que une al hombre con la naturaleza.
 
Salinas del Río
Las Salinas del Río, que aprovechan una natural, son las más antiguas de Canarias, puesto que su acondicionamiento data del siglo XV. Sin embargo, existe la hipótesis de que la zona ya fuera aprovechada por romanos o incluso fenicios, que puede apoyarse en el hallazgo de ánforas aparentemente romanas en la zona.
Operaron hasta la década de 1970, llegando a producir hasta mil toneladas al año de sal de gran calidad. Téngase en cuenta que su ubicación es tan buena que sus cien mil metros cuadrados de superficie aún siguen produciendo sal pese a estar abandonadas.
Los colores rosáceos que presenta la salina se deben a los microorganismos que se encuentran en ella, adaptados a la alta salinidad del ambiente.
Estas Salinas se pueden observar desde el Mirador del Río, y pueden visitarse usando el “Camino de las Gracioseras”, sendero que sube el Risco y que usaban las mujeres de La Graciosa para llegar hasta Haría y cambiar el pescado que cargaban por lentejas, papas, etc.
Salinas de La Caleta o de Los Agujeros
Estas salinas, situadas en la costa de Guatiza, fueron construidas hacia 1940 por salineros de Arrecife y ocupan el terreno en forma de terrazas.
En su superficie de más de cuarenta y cinco mil metros cuadrados, la única en activo en la Isla junto a la de las Salinas de Janubio, se llegaban a recoger hasta ochencientas cincuenta toneladas de sal de gran calidad.
 
Salinas de Don Pancho o Tío Joaquín
Las Salinas de Tío Joaquín, conocidas popularmente como de Don Pancho, se sitúan junto a las de La Caleta en la costa de Guatiza, si bien son más antiguas, al construirse en 1930.
Estas salinas, hoy inactivas, llegaron a producir hasta ochocientas toneladas de sal al año, producida en cocederos y tajos que siguen en forma de terrazas el relieve del terreno.
 
Salinas del Janubio
Las Salinas del Janubio las más grandes e importantes de toda Canarias y también unas de las más interesantes del mundo, son el perfecto ejemplo de la integración entre la obra humana y la de la Naturaleza tan característica en Lanzarote. Son además el más importante exponente de la salina de forro de piedra y tajo compuesto creada en Lanzarote.
La UNESCO cataloga este recinto como uno de los legados salineros de mayor interés cultural que perviven actualmente en el área de influencia mediterránea, tan complejo como las salinas de Ibiza o Istria. Al tiempo que se cataloga dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Canarias, como Sitio de Interés Científico.
La ubicación de las Salinas, en una bahía parcialmente cerrada por la lava de las erupciones de 1730–1736, permitió que en los momentos de mayor auge salinero produjeran hasta diez mil toneladas de sal al año, tanto como el resto de salinas de la Isla juntas.
Su superficie de casi quinientos mil metros cuadrados en activo acoge además una rica biodiversidad en función de los diferentes pasos que cubre el agua de mar hasta convertirse en sal. Entre la fauna que podemos encontrar destacan las aves, al ser las salinas refugio para varias especies de aves acuáticas migradoras. Es por ello que las Salinas han sido declaradas por la Unión Europea Zona de Especial Protección para las Aves o ZEPA.