LA FOTOGRAFÍA EN LANZAROTE

Mario Ferrer Peñate

La fotografía cambió nuestra forma de ver y de pensar. El invento tecnológico que presentó Daguerre en agosto de 1839 transformó la manera en la que el ser humano se relacionaba con su realidad, básicamente porque lo dotó de un imaginario jamás soñado previamente. El banco de imágenes con el que “imaginar” las reglas del mundo se amplió de una manera casi infinita. Aquella novedad revolucionaria para la cultura, la comunicación y el arte pronto se extendió por el mundo, recalando ya en septiembre de 1839 en Tenerife.
La fotografía se instaló con fuerza en el siglo XIX en Tenerife y Gran Canaria, aunque en Lanzarote costó bastante más, por la enorme fragilidad socioeconómica del contexto insular. Lanzarote apenas tenía representantes de la burguesía urbana, ilustrada y adinerada que lideró el inicio de la fotografía en casi todo el mundo. Aun así, las imágenes más antiguas conservadas en los archivos pertenecen a ese sector social, especialmente a familias pudientes asentadas en Arrecife, las cuales solían aprovechar sus viajes a las capitales canarias o a otras ciudades de España y Europa para sacarse los primeros retratos.
Otra variante de la retratística muy abundante en las colecciones insulares fue la protagonizada por los emigrantes que enviaban sus imágenes desde Cuba, Uruguay o Argentina. El retrato fue el gran género de la fotografía del siglo diecinueve, teniendo un impacto múltiple y profundo en la sociedad del momento.
También de la pequeña burguesía de Arrecife surgió el primer fotógrafo local del que tenemos constancia. Se trató de Camilo González Morales, hijo de un farmacéutico, que anunciaba su estudio en la céntrica Plazuela de la capital en 1861, en el primer periódico impreso de la isla: Crónica de Lanzarote (Arrecife, 1861—63). González Morales debió tener una trayectoria corta porque en los censos de la época siempre apareció con otras profesiones y porque apenas se conservan fotografías suyas. No obstante, uno de los grandes obstáculos a los que se enfrenta el estudio de la historia de la fotografía en Lanzarote está en la pérdida de archivos y colecciones fotográficas, además de fondos documentales que aporten más información sobre la trayectoria de los autores.
Pioneros de la fotografía en Lanzarote y en Canarias también fueron los científicos y viajeros europeos que retrataron sus estancias en el siglo XIX con el nuevo invento que hacía furor en Europa. Naturalistas alemanes, científicos austriacos o escritores ingleses figuran entre los autores de interesantes estampas decimonónicas del paisaje y el paisanaje lanzaroteño. La “mirada del otro” aportó piezas únicas y el primer toque de atención gráfico sobre costumbres y lugares que empezarían a ser cada vez más atractivas para los visitantes: la geología de la isla, el camello, los campesinos…
Fotografías que sorprenden por todo lo que cuentan, ya que uno de los objetivos de esta obra es resaltar el carácter de fuente histórica de la fotografía, su inestimable utilidad para contar y visualizar la sociedad y la isla de cada época. A través de una selección de 140 imágenes, muchas de ellas inéditas, La fotografía en Lanzarote: 1850—1950 describe los valores patrimoniales, artísticos, testimoniales y comunicativos que tuvo la fotografía durante un periodo clave en el devenir de Lanzarote. No obstante, en la confección del libro colaboraron más de 30 archivos privados e institucionales diferentes, incluyendo centros como la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife Espacio de las Artes, El Museo Canario, la Biblioteca Nacional, la Fundación César Manrique, los cabildos de Lanzarote, Gran Canaria y Tenerife, los archivos municipales de Teguise, San Bartolomé y Arrecife, así como multitud de colecciones familiares.
Volviendo al discurso cronológico, a finales del siglo XIX comenzaron a aparecer más autores locales, destacando el inicio de la saga de los Martinón (Daniel M. Martinón Coll y especialmente Emilio Cabrera Martinón, quien a su vez sería padre de Daniel Martinón Manrique, destacado fotógrafo a partir de 1950). Aunque el gran nombre de este periodo fue, sin duda, Jacinto Alonso Martín, un polifacético fotógrafo ambulante de Tinajo que también trabajó como practicante, carpintero, concejal, agricultor… Su colección de placas de vidrio está compuesta tanto por hipnóticos retratos de las distintas clases sociales de la isla, como por vistas de paisajes, estampas de hechos históricos y un selecto grupo de retratos grupales muy teatrales que son especialmente llamativos. Alonso, que llegó a publicar fotos en grandes periódicos y revistas nacionales, sigue siendo un misterio, porque carecemos de detalles importantes sobre su formación y vida, aunque su obra parece demostrar que estamos ante un autor ya consciente de las capacidades artísticas y narrativas de la fotografía.
Con el cambio de siglo la fotografía había ido creciendo en todos los terrenos (nuevas técnicas, abaratamiento de los costes, popularización social, etc.) y Lanzarote era cada vez más frecuentada por autores internacionales, españoles y especialmente por fotógrafos asentados en Gran Canaria y Tenerife, sobresaliendo Joaquín González Espinosa, por sus postales, y Teodoro Maisch, un gran paisajista de origen alemán que realizó un amplio reportaje de la isla en 1928.
También surgieron nuevos géneros como la fotografía de prensa, con poco predicamento en Lanzarote, o las tarjetas postales, que sí tuvieron cierto éxito y comenzaron a circular con fuerza, acompañando al tímido surgimiento del turismo. No obstante, la realidad socioeconómica de Lanzarote seguía siendo extremadamente frágil, marcada por la falta de agua y la emigración. Esta precariedad influía en todos los ámbitos, como demuestra el hecho de que todavía ningún profesional lograra vivir exclusivamente de la fotografía en la isla, algo que sí consiguió de forma definitiva Aquiles Heitz, un fotógrafo y camarógrafo francés que pasó ya unos años en Canarias antes de irse a Sudamérica, para finalmente afincarse en Lanzarote a partir de 1917. Heitz era un autor cultivado, sensible y con elevados conocimientos técnicos, que abrió el primer estudio profesional en Arrecife y que, además, le enseñó la profesión a su mujer, María Lasso, la hermana del escultor Pancho Lasso: “Doña María, la retratista”, como sería conocida popularmente por varias generaciones de lanzaroteños, tras la muerte de Heitz en 1936. La relevancia artística e internacional de Heitz hacen especialmente urgente la necesidad de estudiar más su obra, apenas conocida y divulgada.
El libro dedica un capítulo especial a Javier Reyes Acuña y su modesto estudio de Haría. Reyes, que este año cumplirá 94 años, alternó la fotografía con otras labores entre 1943 y 1972, dejando un testimonio gráfico de gran valor sobre la vida campesina y marinera justo antes de la transformación turística. Sus imágenes, completamente alejadas de virtuosismos técnicos o pretensiones artísticas, son sobresalientes en naturalidad y sinceridad, dejando un ejemplo de la capacidad de la fotografía de retratar con autenticidad la sociedad que le rodea.
A partir de las décadas de 1930 y 1940 la fotografía ganó terreno y se popularizó mucho más en Lanzarote, apareciendo aficionados con obras interesantes como Cándido Aguilar o Gumersindo Manrique, entre otros, y surgieron nuevos y modestos estudios fotográficos en Arrecife (‘Foto Felo’, ‘Foto Herrero’, etc.), aunque no llegaron a la relevancia del de Aquiles Heitz y María Lasso.
Fueron los pasos previos al gran cambio que se produjo a partir de la década de 1950, periodo que no trata este libro, pero que sí anuncia. El recorrido previo, entre 1850 y 1950, son cien años de imágenes de distintas técnicas y géneros (albúminas, postales, imágenes de libros o fotoperiodismo) que testimonian no solo la historia de la fotografía en Lanzarote, sino también los cambios sociales, económicos o territoriales de la isla y hechos históricos destacados, tomando en especial consideración el inicio del imaginario turístico en las últimas décadas analizadas en este libro.
La fotografía en Lanzarote: 1850—1950 abre una nueva colección en el catálogo de Ediciones Remotas, que ya está culminándose sendos volúmenes sobre Gran Canaria y La Palma que se van a publicar en 2020. Esta nueva línea editorial “contribuirá a completar y actualizar la información sobre determinados momentos históricos y a profundizar en la obra de autores relevantes de la fotografía en Canarias”, en palabras de Carmelo Vega, profesor de Historia de la Fotografía de la ULL y autor del prólogo.
Este libro también supone una nueva vía para la editorial lanzaroteña Ediciones Remotas, por cuanto es el primero que sigue las recomendaciones recogidas dentro del Manual de Ecoedición realizado por la Junta de Andalucía y recomendado por el Ministerio de Transición Ecológica.

 

Mario Ferrer Peñate es licenciado en Historia del Arte y Ciencias de la Información, disciplina de la que también es doctor, con mención internacional en la Universidad de Liverpool. Ha publicado más de una veintena de textos y obras sobre distintos aspectos de la historia y la cultura de Lanzarote y Fuerteventura. Entre 2007 y 2017 fue el coordinador de Memoria Digital de Lanzarote (www.memoriadelanzarote.com), del Cabildo de Lanzarote.