Viajar en el tiempo

Luis Miguel Coloma

Como en muchos otros ámbitos de la vida, elevamos la vista al cielo esperando algo grandioso y nos perdemos las cosas que están a la altura de la vista. Ocurre con uno de los grandes sueños de la especie humana, viajar en el tiempo. Dicen que es imposible y nadie vino aún del futuro a desmentirlo. Pero, claro… ¿Qué esperamos exactamente?

Bien, déjame que te cuente… En realidad, ya viajamos en el tiempo. Sí. Pero hay distintos tipos de viajes en el tiempo o, mejor dicho, estos se producen en distintos niveles. Hay un desplazamiento espacio-temporal vinculado a la interculturalidad, que se produce al tomar contacto con una comunidad que vive en un estadio evolutivo diferente. A veces, en estos casos, uno tiene la sensación de que el tiempo pasa más despacio o más deprisa. Digamos que este es un tránsito externo. Es más perceptible, más inmediato y más susceptible de ser exteriorizado o compartido.

A un nivel más interno, cada uno de nosotros viaja en el tiempo a bordo de su propia evolución personal. Y lo haces de forma transversal, respecto a ti mismo y respecto a los demás. Es por eso que a veces sentimos que ya no compaginamos con ciertas amistades o no encajamos en ciertos lugares o entornos sociales. Los hemos adelantado, o bien nos hemos desviado. Quien emigra, aunque no sea por mucho tiempo, siempre tiene la sensación al regresar a la que era su casa de que ya las cosas no son como eran. La vida de los demás sigue avanzando aunque uno no esté y no lo vea y, del mismo modo, también tú experimentas una evolución, un crecimiento al contactar con un entorno distinto. Abres tu mente a nuevos estímulos, conoces a gente nueva, vives nuevas experiencias. Como tu familia, también has evolucionado. Pero lo has hecho de un modo distinto y eso es lo que te genera la sensación de viaje en el tiempo.

En estos cambios de dirección a veces nos perdemos. Otras, encontramos a algún compañero de viaje que puede seguir o no con nosotros, y que lo hará mientras converjan nuestros objetivos. Por eso, a veces, se rompen algunas relaciones. Uno de los dos ha evolucionado y el otro no la alcanza o simplemente no la quiere seguir. De pronto, o poco a poco, han dejado de compartir intereses…, de entenderse. El problema es que esto se entiende como un fracaso porque tradicionalmente, por cultura y por religión, se ha establecido que la unión ha de durar para toda la vida. Señal de que no se ha comprendido que ‘siempre’ es demasiado tiempo y que quien siempre permanece igual por no alterar algo, en realidad muere en vida porque lo único cierto en la vida es el cambio.


El permanente cambio. El viaje continuo. Lo es nuestro paso por este mundo en la misma medida que lo son nuestro inicio y nuestro tránsito a otra dimensión. Un tránsito en forma de luz blanca al final de un túnel o bien de un lento descenso al fondo oceánico, silencioso y armonioso. Entramos por unas puertas, vivimos y salimos por otras. Y luego, seguramente, volvemos a entrar. Como decía, viajamos en el tiempo.