Merece Usted Sonidos Infinita y Concienzudamente Alineados

DAVID MUÑOZ

Quisiera dejar claras mis intenciones. Hablarle a los músicoaccionadores. Yo me dirijo a los que no se bajan del coche hasta que se termine la canción, a los amigos del “po—popo—po”, a los del “tum tum pa”, a los del “pum pa—pa pum pam”, y a muchos otros ritmo—tarareadores. Aquellos que según las temperaturas disfrutadas en la jornada, optan por un ritmo o por otro para meterse en la ducha. A los que hacen como que te escuchan mientras sus cinco sentidos se concentran en esa canción que suena alejándose en un coche cualquiera. A los que eligen un disco para cocinar pescado y otro diferente para cuando es carne, o son verduras, lo que entra en el horno. Seres que según el orgasmo experimentado y mucho antes de que el cigarro les llame, prefieren seleccionar un blues, bulería, cumbia o rock and roll para celebrarlo. A los que adentrándose en una carretera determinada con unas vistas concretas, impacientes buscan colocar el dispositivo proporcionador de la alineación de sonidos deseada y evocada, dado el paisaje.

Esos, que el día que nos llegan las nuevas creaciones de los creadores que creemos creíbles, sentimos creada una sensación increíble para nosotros mismos.

Quisiera, pues, enviar una especial dedicación a todos aquellos que ante la social—psicotiquez que nos invade y dada la pequeñez del individuo, sofocan el dolor de cultivo colectivo y acechante con la voz rota de Doña Joplin, el canto a la vida de Lole y Manuel, o el desgarro de Bambino. Cuando Mercury supone un antibiótico, Ray Charles un jarabe, Extremoduro un antidepresivo, Mano Negra una vitamina, o AC/DC un estimulante, podemos decir que hablamos el mismo idioma. Personas que cuentan con mi respeto por haber alcanzado el criterio propio. Haber dejado que el amor a una obra o transgresión en forma de canción sobreviva a las modas y las tendencias patraño—colectivas a las que somos sometidos e inducidos, merece mi admiración. Inteligentes los que evitan ser dominados por un estilo concreto y dejan su oreja abierta para que en cualquier momento y de cualquier forma la canción esperada llame a su puerta. También me valen aquellos que pasan de todos los ejemplos que yo cito para mostrarnos a quiénes y bajo qué obras, son aupados a esos y otros clímax de sonoridad. Esos, de hecho, son los mejores; a los que más me dirijo.

No me dirijo al carapapa de turno que, como si de decreto se tratara, nos provee de la dosis del reggaetón que su acomplejado e hiperconducido cerebro (pobrecito) siente necesidad de compartir a través de los altavoces de su mierda de coche: “El Ruidosmaker”. La ponzoñosa línea musical, saturada, perturbada por esa extraña necesidad que esos seres raros tienen de disfrutar de los graves de su equipo a toda potencia, reventando así sus oídos, su equipo, el tema que suene y la armonía del paseante que se los cruce; a mí, me pone malo. Sonidos de lata dentro de otra lata y cuando menos enlatados, que atraviesan las calles en las que vivo.

No me dirijo al que llena su bar de degustadores musicales nocturnos y no tiene la decencia de ofertar o dotar tal jornada de la propuesta de un selector con gustos propios. No me dirijo a los responsables de la cultura de un pueblo, cuyos contactos con la música son simplemente recuerdos de haber estudiado fuera y haber asistido a conciertos de maravilloso rememore, pero clasificados como “extranjereces” para el inactivo y pasivo cerebro en cuestión. Abandonando completamente lo experimentado y dejando que el complejo de inferioridad y conformismo les haga asumir sin ningún remordimiento eso de que “esto es lo que hay”.

No me dirijo al que le quita al adolescente en fase de experimentación y formación, la posibilidad de elegir y degustar la música que actúa como lubricante para el desarrollo del adulto que acabará siendo. Me dirijo a ese adolescente. Y al que sufre por ellos.

Me dirijo a usted, como si retumbaran las montañas gracias a mi fuerte voz, para que le suba el volumen a lo que escucha. Conviértalo en una bandera que defender. En estas épocas en las que vemos morir poquito a poco las libertades que antes disfrutamos, sea usted consciente del robo que sufrimos. No acepto que en mi pueblo haya veinte formas de comprar pollo, sesenta tipos de tornillos a la venta, ropas para perros, lavanderías, ciento diez peluquerías, drogas varias en la calle, y no podamos consumir música de forma diaria y accesible a todos los públicos. Rocanroles, tangos y rumbas para el vecindario yo deseo.

Un violinista en cada esquina, cantaores en los semáforos, o un trompetista en el Inem. Guitarra y cajón detrás del carnicero, palmas acompañando al agricultor y un trío de jazz en el barco que sale a pescar. Un pianista en tu oficina, raperos en las guarderías, swing en el ambulatorio y calles convertidas en escenarios. Un barco—concierto constante que salude a los paseantes del Charco con notas y ritmos desde cubierta. Así me lo imagino yo y aunque lejos está de la realidad alcanzable a día de hoy, lo suelto y grito al viento, pues más increíble, inaceptable y surrealista me parece eso de afrontar la vida de un pueblo en silencio. Sin música. ¿Usted lo piensa? A mí me recome.

Si lo primero que piensa usted es en el ruido, sepa que no solo no me dirijo a usted sino que mejor que no siga leyendo pues no entenderá nada. El ruido es otro deporte totalmente diferente y probablemente antes de proponer una opinión al respecto, debería usted extirpar esos verdaderos ruidos que habitan en su conciencia para rozar el criterio propio. Más o menos como si le pidieran consejo respecto a cómo se conjuga la tercera persona del imperativo del verbo “ladrar” en chino. Pues eso, mejor no pronunciarse cuando es otro el idioma.

Música para todos y desde todos. No se conforme con que internet calme sus ansias; sienta accesible, viable y en sus manos la posibilidad de crear y disfrutar ese panorama musical cubierto de polvo pero existente y expectante. Es un clic, ¿lo oyes?

Animo, felicito y beso en la frente a cada iniciativa que se levante por la causa bella de proporcionar música.

Aprovecho para felicitar a todos los que hacen posible “Arrecife En Vivo”. Agradezco y celebro que crezca y nos dote, a pesar de lo que cuesta, de una oferta y opción multicultural en la calle y para todos. Un ejemplo al que los profesionales del sector han decidido premiar y el cual aplaudo, ya que solo ellos saben de las dificultades afrontadas para sortear los obstáculos interpuestos por aquellos a los que no me dirijo

 

DAVID MUÑOZ davidresuelve.wordpress.com/
David Las Personas, “Literaturita para minorías”

Ilustración: FERNANDO BARBARIN