Beaufort O y las ballenas flotantes

Vidal Martín Presidente de la SECAC

Al principio del siglo XIX Sir Francis Beaufort (1774-1875) comenzó a utilizar una escala de doce grados para la Real Marina británica con el fin de medir la intensidad del viento en base a los efectos que este tiene en el entorno físico y cuyo nivel inferior es el cero. Beaufort 0 además es la quietud y la amplitud. Es una tregua, un paréntesis, un instante en la dinámica marina. Un nexo entre dos tiempos. Es el mar como un plato, como una balsa de aceite, es la mar llana, un mar aplacerado, un mar abonanzado. Es la calma chicha. Si el cielo está encapotado es un mar estañado. Beaufort 0 es el silencio, es la isla flotante y distante. Es el momento de las tortugas aboyadas con los caparazones secos. El de los charranes posados sobre objetos con vocación de jallo, el de apretadas balsas de pardelas esperando el viento y el de los veleros varados mar adentro. Beaufort 0 más allá de la velocidad pacífica del viento, representa un momento donde todo es posible y visible. El más ínfimo movimiento de un pequeño organismo bajo el anverso del mar describe una onda en una superficie repleta de senderos. Cuando amaina el viento el mar troca en espejo, en una transparencia azul que va más allá de la frontera entre la atmósfera y lo líquido. Es la vía de admisión a un mundo donde medra una miríada de seres, un espacio habitado que describe un bello fragmento sagrado “todas las cosas brillantes y hermosas, todas las criaturas, grandes y pequeñas, todas las cosas sabias y maravillosas (…)”.
A ese mundo pertenecen los zifios y los pequeños cachalotes, unos cetáceos tan tímidos como crípticos. Los zifios se encuentran entre los mamíferos menos conocidos y la mayoría de ellos llevan el nombre de quienes los describieron para la ciencia. Son sensibles al sónar antisubmarino y han protagonizado numerosos varamientos en masa asociados a ejercicios navales, propiciando un aumento de la preocupación internacional. El cachalote pigmeo y el cachalote enano son dos extrañas criaturas, poco sociables y tímidas. Su apariencia recuerda lejanamente a un tiburón. Poseen una coloración detrás del ojo que se asemeja a una gran agalla. Cuando se sobresaltan desaparecen de la superficie envueltos en una espesa nube rojiza de materia fecal como un mecanismo antipredatorio. Los zifios y los pequeños cachalotes son buceadores profundos difíciles de observar. Sin embargo, en los días de bonanza puede verse sus siluetas en la distancia en los breves momentos que buscan aliento tras incursiones en las aguas profundas, frías y oscuras. Siluetas desnudas de olas, espumas y vientos. En los mares aplacerados flotan casi estáticos los pequeños cachalotes, las Iki-Kujira o ballenas flotantes de los antiguos balleneros japoneses. Beaufort 0 no es sólo un grado de una escala que mide la intensidad del viento, sino un estado de ánimo. Es la isla distante y flotante, es casi una unidad de felicidad.

 


Hembra de zifio de Blainville (Mesoplodon densirostris) Fotografía: Teo Lucas
(tomada con el permiso del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico).