Abonemos el sueño de volver a la tierra

M.J. Tabar

Aulagas colocadas del revés para formar una barrera vegetal que mengua la bravuconería del viento que corre por el jable.

Paciencia y mimo restaurador cada invierno en Testeina, para reconstruir los hoyos de fuego roto (eso es lo que significa el término piroclasto, de raíces griegas) donde fructifican parras bicentenarias.

Una coreografía medida al milímetro para ejecutar la siembra del cebollino. Aperos adaptados a las necesidades de este terruño, suficientemente ligeros para garantizar que no se mezclen las distintas capas de los enarenados.

Hay cientos de momentos hermosos e inspiradores en la agroecología que se practica en Lanzarote, que bebe del ingenio ecológico de la agricultura tradicional y se refuerza, día tras día, con la tecnología y el pensamiento contemporáneo.

La agricultura intensiva responde sólo a criterios de productividad, pero la agroecología de la SAT El Jable va más allá de la sostenibilidad económica y se dedica a cuidar la tierra como lo que es: un ecosistema, un fascinante universo de gusanos, crisopas, lagartos, aves, flores y plantas que viven interconectados, dependientes los unos de los otros.

El proyecto Pastorear el viento, domar el agua, labrar el fuego se fraguó en el año 2020, en los meses más duros y desasosegantes de la pandemia, con salidas al campo para conocer de qué forma se aprovecha el jugo de la tierra, cuáles son las cualidades de ese río de criaturas marinas llamado jable, cómo se cultivan sus arenas, cómo se caza (poliniza) una calabaza criada en una vega, qué estrategia hay que seguir para disfrutar de los frutos de un enarenado o cómo funcionan esos ingenios de captación de agua que inexplicablemente siguen sin arreglarse, padeciendo como estamos padeciendo un grave proceso de desertificación.
Financiado por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias, a través del Instituto Canario de Desarrollo Cultural, el proyecto vio la luz el pasado mes de diciembre con la inauguración de una exposición en la Plaza de la Constitución de la Villa de Teguise, que posteriormente se trasladó al Monumento al Campesino y que durante 2022 itinerará por todos los municipios. Próximamente se presentará el libro del proyecto.

Ser sostenible, de verdad, o no ser. Es la encrucijada en la que se encuentra Lanzarote, semiárida como es, dependiente de la electricidad para desalar agua y del tráfico marítimo para abastecerse de alimentos.

Pastorear el viento, domar el agua, labrar el fuego muestra un camino para forjarnos una isla con mayores niveles de bienestar, igualdad y sostenibilidad. Propone la cooperación como forma de trabajo que sustituya la competición. Explica por qué es necesario preservar los suelos para que sigan siendo cultivables en el futuro, y no se agosten con agua de mala calidad o fertilizantes químicos.

Por primera vez, el campo de Lanzarote se presenta como un escenario apetecible, fascinante y contemporáneo. Una opción profesional donde invertir el tiempo y aplicar la inteligencia. Un lugar donde construir redes de trabajo compartido y seguir conservando esos paisajes emocionales que hacen que Lanzarote sea la que es, con unos sabores propios, una estética singular y una biodiversidad increíble para un territorio tan limitado.

En plena situación de emergencia climática, con olas de calor, sequías y episodios de calima cada vez más frecuentes y severos, este proyecto también propugna un necesario cambio de modelo económico, que priorice la salud de la gente.

La agricultura tradicional de Lanzarote es una eficaz herramienta en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Tanto es así, que se toma como ejemplo en otros lugares del planeta para frenar la desertificación.

Lanzarote reúne todas las condiciones para testar un cambio de modelo que frene la catastrófica pérdida de especies, recursos naturales, semillas autóctonas y derechos colectivos.

¿Y si cultivamos el paisaje de otra isla posible?

 

Fotografías: Gerson Díaz / Texto: M.J. Tabar